jueves, 21 de octubre de 2010

Otoños desgravitados

No se por qué pero siempre que llega el otoño me acuerdo de las heridas del cielo y de los marcos de fotos vacíos...
La jaspeada piel de la memoria, las cicatrices del viento al azotar las palmeras de esta puta playa desierta que todo lo puede.
Cumunolimbos como gigantes salas de operaciones para nadadores de fondo se ciernen encima de los tejados.
Las hojas podridas en el lecho de los parques, en las suelas de los zapatos, en los felpudos, inundan con ese olor ocre y sordo todas y cada una de las reminiscencias del verano.
Las chicas sacan las botas altas, las bufandas de bolas, meten de nuevo a Cèline o a Jim Morrison en el bolso. Fuera no deja de sonar Noviembre.
Los desaliñados tipos con guitarra inundando las estaciones de metro, encharcando las vías de tren, los abandonados puestos de helados.
Los paraguas con una varilla rota .
Y todas esas cosas marrones que llenan los bolsillos y los tuétanos de los pibes desenamorados. Se llama "stuff" creo, o melancolía, o ganas de pasar página, o grises caramelos, o Kamikazes sin Sputnik Mon Amour.

Ahora que lo pienso, a ella le encantaban los jóvenes con guitarra ¿será por eso que me dejó por Bon Iver?

viernes, 15 de octubre de 2010

Niña no te vayas...

Tocan la armónica en los escalones del edificio. Uno de ellos taconea sin llevar muy bien el ritmo, el resto lo sabe, pero nadie dice nada. Un grito de luz púrpura azota el valle y el río languidece y se ahoga aún más en el cauce de barro y botellas rotas. Los días de otoño son como escupideras llenas de serrín y lejía en estas tierras. La densa calima todo lo puede, hasta las piedras, hasta las vértebras.
El sol extiende la mano y dice adios por la colina con forma de teta adolescente. El efecto de su brazo de luz hace que la colina, que no es otra cosa que un pinar casi yermo, parezca un gigante antebrazo adolescente con pocos vellos de punta azotados por el gran foco infrarrojo del gabinete del Doctor Sesmao. Para los más siniestros, parece la cabezota de Juanito, el niño pelirrojo que acude a radioterapia por un cáncer de huesos.
Ahora uno de ellos intenta golpear sus muslos con las palmas de las manos, al compás. Tampoco lo consigue. De repente pasa saltando Silvia, o más bien su pelo, que es una exhalación de trigo rubio o un tren de espuma dorada. La armónica calla. El sol se para. El río ya no corre. Todos miran al suelo.
Hay un silencio que dura lo que tarda un trueno en llegar de Acertuche alto a Majadahito.
El más avispado comienza a silvar para matar las ganas de huir, la noche y el frío que deja la falta de ruído. Se une rápidamente la armónica, otro a las palmas. Dos más taconean. Todos son un ritmo ya que suena a "primer beso en patio de jazmines, rodeado de cuadros costumbristas y tinajas de vino dulce".

Niña no te vayas, no me hagas nacer más.
No te vayas de la vera, no te hagas de extrañar.

Sírvete un buen ramo de claveles, ponte el delantal,
cocíname cosas lindas: tu mirada, tu danzar.


Es impresionante lo que ocurre cuando todos desean huir o amar (cosa que en estos valles viene a ser lo mismo), pero nadie quiere ser el primero en salir corriendo.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Cuestiones atemporales

Sobrevivo a base de pasta y arroz como con dieciocho, aunque lo peor es vivir echando de menos con el mismo alma enclenque de los dieciseis. Acudo a bares de jevis y no bebo cerveza a granel, me pido una copa, ron para más inri, ni siquiera güisqui; me acodo en la barra mientras los demás agitan brutalmente el cuello, mientras se desmelenan y aplastan contra el suelo sus pesadas botas de cuero... Yo espero tranquilo, muy tranquilo, sólo quiero que suenen los Scorpions...

martes, 21 de septiembre de 2010

No tengo remedio...

La chica lleva cargadas dos grandes pistolas.

Llevo tres días sin cagar, me duele la cabeza y cada vez que doy un paso siento que me crujen los bolsillos.

La piel de girafa y el sombrero tendidos en el balcón y mama no para de advertirme que así no llegaré a ningún sitio, con esa fachada, con esas botas agujereadas, con esas maneras..."Sólo te importa la muerte" dice siempre que cierro la puerta y bajo a saltos los escalones.

Nada más que la muerte y el polvo de estrellas, me digo mientras escupo en el buzón de la puta de Eloisa.

Un mango, una chirimoya, dos nectarinas y un trozo de miel casi solidificada. La vida es más dulce cuando te cagas en la vida y tienes esa sensación absurda de impunidad...

Nadie puede hacerme daño.

No tengo remedio, he olvidado sacar la basura. No tengo remedio he olvidado coserme las tripas. No tengo remedio, lo he perdido todo por el camino...

Fuck, yeah, chicas de otros charcos, se vienen al mío, saltan, saltan sin parar y con cara de no importarles un pimiento si manchan o no. Yo quiero a estas chicas. Son el tipo de chica que me gusta. Aquellas a las que no le importan las manchas, me refiero...

Vuelvo a casa y de nuevo olvidé comprar el pan, recoger las cartas, cerrar las ventanillas del coche. Mamá se va a enfadar, y mucho.

Yo voy a volver a perderme para siempre.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Medias tintas, noches enteras (Sangre de pulpo)

Si guardas la tinta en un cajón terminará por pudrirse. Si la guardas en un armario, todas las camisetas acabarán oliéndote a pasado. Pero si la guardas en el pecho, se te caducarán los latidos, enmohecerán las plumas del canario que pía encerrado tras las costillas, habrá mareas de melancolía en las pleuras, amagos de periostitis por mierdas no digeridas, y lo que es peor: no expulsadas. Y te convertirás en uno de esos muchos tipos que pudieron quedarse libres, y que pasaron a quedarse tristemente vacíos pero llenos de escombros.
Por eso, créeme, lo mejor es un tatuaje salvaje o un texto roto, y que lo lea quien quiera; quien no, que le follen bien profundo cualquier agujero.
Por cierto, son casi las cinco de la mañana. No puedo dormir. Por muchas vueltas que le de, se lo que necesito: he de escupir algo grande. He de escribir algo grande...

domingo, 12 de septiembre de 2010

Hostilidades desde el trapecio

Dios se ha olvidado definitivamente de nosotros. Lo digo con rotundidad. Maldito tú dios y el mio si no son el mismo. Mi único dios es mi mano derecha apretando mi polla como si me la fueran a embargar por deber toneladas de amor al mundo.
Será por eso que últimamente me he aficionado a la escalada en carne viva. Quiero mirarle a los ojos y decirle que no me ha hecho ningún favor plausible, que todo aquello que se suponía mio por derecho propio, por sudarlo y abrazarlo, por desearlo y detestarlo, se me ha escapado por un sumidero y me ha dejado sólo dos o tres pelos de recuerdo, enroscados y mezclados con jabón, espuma de afeitar, pasta de dientes.
Hay latitudes del corazón, donde la única escapatoria posible a la quema y al deastre es trepar rascacielos con la lengua. Desde allí, desde lo más alto del trapecio, quizás puedas contemplar las cosas de otra manera, simplificarlas, reducirlas a cero. Es lo que muchos llaman: la insignificancia de las hormigas. Y lo que yo llamo: cagarse en todas las amapolas del mundo.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Teoría - M

"La Teoría-M es la teoría unificada con la que soñaba Einstein. El hecho de que nosotros, los seres humanos, que somos tan sólo conjuntos de partículas fundamentales de la naturaleza, estemos ya tan cerca de comprender las leyes de la naturaleza que nos gobiernan y rigen el universo es todo un triunfo". Stephen Hawking.

Y a mi que la Teoría-M me recuerda a aquellos días de ciego escuchando Piratas con la ventanilla bajada...Ahora resulta que van a entender el mundo del todo, desde los cimientos, no quieren dejar ni una gota para el misterio
¡Y una polla! Qué se supone que nos quedará luego, cuando la marea baje llevándose mar adentro todas esas conchas con forma de interrogación, ¿Acaso permanecerá el silencio, la libertad, la inmensidad del universo des-conocido?
No, no, no, me niego. ¿Qué nos quedará si nos explican de manera experimental, con ecuaciones y sistemas, funciones, vectores de fuerza, logaritmos y matraces, la auténtica verdad y la despiadada mentira del amor?
No nos quedará nada, no nos quedaremos ni nosotros, todo se reducirá hasta el cero: las bocas, los coños, los helados, los lápices, los miedos. Todo. No nos quedará absolutamente nada, ni el vacío, ni el infinito, ni la mierda en la suela de un zapato.