viernes, 31 de diciembre de 2010

Antípodas

No se por qué escucho "Last day of summer" el último día del año. Últimamente vivo en unas antípodas constantes y salvajes. Cago saliva y trago mierda. No hay que ser muy listo para saber que o algo no funciona, o todo va demasiado bien.
No más cubatas en vaso de tubo. No más de esas chicas que son todo hoyos perfectos pero interminables, perdidos.
Y mientras miro la calle recien llovida a través de la ventana de mi habitación, pienso en todo lo que quise ser y no fui, en todos los propósitos y despropósitos, en todas las mitades que no completé este último año, esta última vida.
Quizás el que más me duela sea ése, sí, justo ese, el no poder mirar atrás y decir que me arrepiento...

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Diez minutos, apio, abrigo y un suicidio.

Ante mi un reto. Tengo diez minutos exactos de reloj. La batería del portátil da sus últimos coletazos y el cargador está lo sufcientemente lejos como para no moverme de la cama. Pretendo escribir algo medianamente consistente, medianamente simpático o suficientemente incoherente como para que me guste.
Para empezar hace frío, se han acabado los yogures de coco y yo me cago en el romanticismo. Todo ello llena mis dedos de visceralidad por partes iguales. La chica de The Cure pasa de mi. Y yo tengo ganas de escuchar a Chaouen, pero algo en castellano me distraería. Tengo nostalgia de las playas de cádiz, pero esa no es la historia que pretendo contar. Por oytra parte me apetece realmente Patrick Watson pero sin embargo escucho Mayan Factor, que me dan más fuerza, y al no ser muy conocidos me hacen sentir alguien cool-elitista y con criterio, aunque sólo me quede un poco en la suela del zapato. Mi madre anda enfrascada en unas uvas rojas rellenas de crema de queso y unas tartaletas con nosequehistoriadeapiopuerroycalabacínalhorno. Padre ha ido a comprar el pan. Definitivamente llevo mucho tiempo viviendo sólo y no me acabo de acostumbrar a esto.
Una tia se ha intentado suicidar en el edificio de enfrente esta mañana tirándose desde un cuarto. Según dicen tenía problemas económicos, aunque en la frutería, mientras hacía cola para comprar los puerros, el apio y el calabacín para mamá, he escuchado que era por que el marido la engañaba con Chari la del estanco.
Yo creo que se ha intentado matar simple y llanamente porque estaba triste. Me la pelan los motivos. En realidad también me la pela que se haya intentado quitar del medio, para que engañarnos. No la conocía. Sólo me jode en cierta forma porque paso demasiado por esa misma acera contra la que ha reventado sus costillas. Ahora siempre miraré hacia arriba.
Si te paras a pensar el mundo últimamente es eso. Gente que se tira, y gente que se tiran unos a otros, por balcones o en la cama. Lascivia, egoismo y que te jodan si te quedas sin sitio, yo he llegado antes y no voy a dudar aunque lleves muletas.
¡Hijos de perra, qué están haciendo conmigo!
Decidido, mi buena acción del día será comprar unos dulces y regalárselos a la amable señora que me ha arreglado la cremallera de mi abrigo favorito sin cobrarme nada...Quiero aparentar al menos que aún me queda un pedazo de corazón sin pudrir. En el fondo, no todas las patatas queremos ser parte del mismo saco.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Moderno

Cómprate un piano de cola, a poder ser un "Steinway". Gasta cuarenta mil euros, cincuenta mil, algo más, no importa, papa tiene, papa manda, pero papa no abraza. Luego colócale una pegatina de Batman en todo el centro. La vida no importa una mierda. Sáltate las reglas, eres un moderno, un puto hipster.

Llevas siempre un ejemplar de "Vice" en la mochila, y siempre que puedes citas a Bukowski o hablas de la Nouvelle Vague. Si te preguntan cuál es el mejor disco de la historia de la música, dirás que dudas entre "Revolver" de los "Beatles" o "Dark Side of the Moon" de los "Pink Floyd", pero en el fondo piensas en "Jagged Little Pill" de "Alanis Morrissette".

We stopped checking for monsters under our bed because we realized they were inside of us.

Mama no cocina para ti. Tu hermana no te cuenta su primer polvo. Tienes un sotano lleno de posters guays de gente guay haciendo cosas guays. Allí fumas, te masturbas, bebes vino, intentas entender.

El hombre moderno como una máquina perfecta de silencios. Un muñeco de trapo repleto de remiendos, jirones y cicatrices de carne amarga.

Hoy conduces a ciento ochenta kilómetros por hora mientras escuchas Charlie Big Potato. Lloras, gritas, nadie puede verte, no has de pretender por más tiempo, ahora no. Curva cerrada. Un flash de imágenes. ¿Y si no giro? ¿Y si sigo recto? Nada puede pasarme. Puedo volar. Con esta música estoy seguro de que soy inmortal. En el último momento frenas, reduces, tomas la curva por los pelos. Media rueda en el asfalto. Olor a quemado. La idea del suicidio como idea de salvación, liberación, plenitud. Los más grandes lo hicieron jóvenes ¿por qué tú no? ¿Por qué seguir?

"If I can't be my own, I'd feel better dead" Nutshell, Jar of Flies. Alice in Chains.

Vuelves a casa. Sudas muchísimo. Pillas a mama dándose el lote con su profesor de pádel. "Puedo explicártelo cariño". No hay nada que explicar.

Estas mierdas no sólo pasan en "Historias del Kronen". Puedes teñirte de minio la caja torácica, pleuras y corazón incluido, y no por eso vas a aumentar los caballos con los que sientes los días de otoño.

La vida es como la escalera de un gallinero: corta y llena de mierda. Historias del Kronen.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Made in China.

Todo esto es made in China.
No te engañes.
Superficial.
Chapa y chatarra.

Puedes creerte impulsivo por mandar mensajes a esa chica a las cinco de la mañana pero sólo la estás cagando. No se trata de desnudarse. Se trata de que te paguen por hacerlo.
Cantas Marwan, Luis Ramiro, Milek Izal, aprendes a tocar la guitarra porque te recuerda a su cuerpo. Fuck that, más de lo mismo. Ni paraguas, ni chubasqueros...

Sacacorchos y bolígrafos, imbécil.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Poesía destrozada del cosmos pelirrojo en fase REM

Hipnagogia del querer, besos noctámbulos,
jarrones rotos y un tipo de 1'93 hecho trizas.

Remembranzas de Rembrandt, "Andrómeda encadenada a la roca",
y tú comes pan con queso Gouda
mientras actúas como si el ahora fuera otra ropa de muda.

Catarsis de las cicatrices que sangran despertar,
azucenas (incluso en invierno), olor a sandía en los muslos,
tu pelo plomizo como millones de cosmos de azufre,
tus pecas salpicadas (dulce albedrío de lentejas),
tus vinilos de colección,
la sombra de mi pene,
la vacuidad de un "te quiero" atrapado en un laberinto de espejos.

Amputación del yo, sin paliativos.

Implantación del tú, a raja tabla.

Ahora me vendrás con milongas, con historias de tango,
que si me quieres, que si me hieres, que si me pierdes, que si me fugas.
Pretenderás que te lo rime todo yo, que le busque las lógicas, las comas.

No te das cuenta que siempre has sido de Benedetti y yo de Girondo,
que yo soy de naranja y tu de violeta.
Que tú eres de caricias y yo más de que me la chupen.

Salto al vacío mi putita naif, Nowhere is waiting.
Salto y despeño. Tobillos fracturados, conciencias rotas.

Porque la distancia insalvable del acantilado,
de las palabras (dichas y no ejecutadas),
de los escombros,
de las borrascas y ventiscas, o viceversa,
de las canciones no equidistantes como "Boiler" y "Hurt".
de dos personas separadas por una longitud exponencialmente proporcional a la fuerza iracunda con la que agitan sus manos diciendo "adios".
Toda ese espacio intermedio es la carrera de galgos que nos separa para siempre.

*Hay que ver lo que jode despertarse a mitad de la noche, con la boca seca y la entrepierna dura.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Escribir, sin más.

Escribir no siempre fue fácil. Hubo épocas en que se trataba de una montaña rusa sin pausa ni frenos, con más bajadas que subidas, con menos chicas guapas que suicidas, con restos de vómito, fragmentos de pizza, pollo, cuero cabelludo y viejas que cuelgan boca abajo con cara de rabía pidiendo más... Aunque no lo crean escribir era todo eso, un ejercicio de impotencia, querer detenerlo todo, no poder, como intentar morder un padrastro del dedo gordo que siempre se escapa.

Y ahora todo fluye, las cosas surgen sin buscarlas, aparecen billetes en bolsillos olvidados, fotografías dobladas en cuatro trozos, leyendas sobre personas que alguna vez existieron y otras tantas de humanos que existirán.

Pero yo sigo en mis trece, bueno, en mis veintitres, como la canción de los Jimmy Eat World. Sigo deseoso de lucha contra alguien o algo, que se, me va a acabar derrotando indefectiblemente. Adoro el olor y el dolor de la sangre. Amo el sabor de la tinta cuando lleva algo de sal debido al sudor, cuando paladeo la batalla. Porque puedo escribir mierdas, pero son mis mierdas, mis deliciosas y dulces mierdas.

Y por todo ello, aunque creas que no tiene nada que ver yo sigo prefiriendo los discos de antes. Soy más del Parachutes, no lo puedo remediar. Es como correr sin camiseta mientras llueve por la playa de Bolonia. Si nunca lo has hecho, no sabes de que te hablo, y si no sabes de que te hablo no entiendo porque seguirás leyendo, o sí... en el fondo todos necesitamos rellenar escondites, ¿cierto? y algo más en el fondo, todos somos igual de masoquistas, todos necesitamos creer (aunque sea sólo por una fracción de segundo) que entendemos el dolor, que sabemos de donde viene, por qué y para qué duele.

Odio el sonido del amanecer cuando no es en el campo, pero detesto aún más si cabe el tacto de la leche en las encías cuando es del tiempo. O fría o caliente. Odio tantas cosas que me encanta escribir sobre ellas, minimizarlas, arrugarlas, dividirlas, expandirlas, extrapolarlas, cortarlas, acicalarlas, peinarles el tupé, curar sus cicatrices. Eso es lo que hago al escribir, jugar con mi vida, con la tuya, con la vida del mundo. Hacer de una vez por todas las paces conmigo mismo.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Jon

"Jon se ha largado".

Son cuatro palabras que retumban en mi cabeza como una jodida bomba de aguarrás dentro de un contenedor de vidrios. Altiva y puta como una flor de Abril ando descompasada y desafinada. Soy una guitarra tarumba en manos de un orangután borracho.
Marcho a todas partes pero no permanezco en ninguna. Qué triste es darse cuenta de que se tienen los pies erráticos. Qué desolador el aborrecer las ensaladas, el buen vino, el monte lleno de rocío y las lunas del coche llenas de vaho.
Recuerdo a Mar diciéndome que deseaba ser como yo, con ese aire distraído, tan vacía de preocupaciones. Según ella, eso le encanta a los hombres.
Yo odio estar vacía. No poder agarrar. No tener cosas a las que asirme. Sentir huecos, ecos, escondites dentro de una. Yo no quiero ser una puta desdichada nunca más. Quiero que vuelvas, que me enseñes a andar, a rodearte con una manta, a no querer escapar.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Alinear, alienar.

Alineemos los planetas. Pongamos en fila la vida, la virtud, los amigos y las copas. Alienemos las ganas de huir, las casas en ruina, las chicas con septums, los vestidos vintage.
Vengo para quedarme, no voy a dejar de escribir borracho y de borrar sobrio.
Sí, lo se. No vale mirar atrás.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Días Radiohead

No queda nada en la nevera, ni siquiera el ruído del frío. Llueve mucho fuera. Dentro, un poco menos. Niños con acordeones parecen estar escondidos entre los resquicios de las persianas. Qué sonido más triste.

Tus bragas siguen tendidas en la azotea. Ya llevan una semana y he decidido dejarlas colgadas todo el invierno. Me suda la polla que piense el viento. Mi mano derecha ha apostado con la izquierda a que no pasarán del 27 de Diciembre porque dice haber leído que se esperan fuertes temporales este año. No se yo...quiero pensar que resistirán. También quiero pensar que resistiré, pero eso es otra historia.
Lo único que tengo claro es que echo de menos el verano, el olor a pan tostado, tus ensaladas de queso fresco, nueces, miel y albahaca, a ti saliendo de las sábanas como un volcán marrón, y tus dentelladas como géiseres de saliva.

Suena "Let Down". Lo ha hecho durante 187 mañanas de manera ininterrumpida, ni una más, ni una menos.
Hoy no suena nada. Hay un hueco sin eco. Hay un brasero apagado, una cacerola con restos de macarrones y Archipiélago Gulag abierto por su página 333. Curioso.

En todo este tiempo hemos follado como locos, como piezas de un puzzle, y a la misma vez nos hemos hecho tanto daño... Es algo idiota pensar que las canciones pueden arreglar todo esta mierda. Es ingénuo e irresponsable dejarlo todo en sus manos, lo sé.

Qué cojones va a poder hacer el sonido que no hayan hecho ya mis manos, mi vientre y mi boca.

Pero aún así esto son medidas desesperadas. Las últimas balas. El clavo ardiendo al que aferrarse si tenemos un tumor de hígado, o un trozo vacío en la cama.
No creo que pueda pasar nada, no creo que se pueda arreglar nada, pero por si acaso, mientras hoy llueve, no pararé de tararear Radiohead a la espera de que el invierno pase, las bragas acaben en el mar o me traigas unas nuevas diciendo que irte no fue una opción sino un desacertado remedio.

jueves, 18 de noviembre de 2010

No podemos controlar las espirales

Te posicionas en la fácil decisión de decidir. Me tachas de solemne y místico al mismo tiempo. La postura maniqueista del cobarde, lo llamas. Pero si te paras a pensarlo fríamente, todo este tiempo has estado haciendo como en la cocina, reducciones del vino aplicadas a las arterias del sexo.

Yo, que corté todo por las rodillas hace tiempo, que no dejé las venas crecer ni llenarse de moho temiendo egoistamente que todo esto podía ocasionarnos mudanzas, no contesto, miro a las colinas llenas de colillas y restos de picnic y a los retales de cielo colmados de humo de incendios, combustiones varias y transmutaciones. Todo es usura aquí, falsas aspiraciones y esmegma.

Lo peor de todo es que crees de buena gana y a ciencia cierta que siempre voy a decir que sí y que los escombros de mis dedos te pertenecen, y que bla bla bla...

Los escombros de mis dedos; los mismos que escriben como una canción de Úrsula, como un momento Khonnor, como un adios asustadizo pero sobrio, sin agitar la mano...

sábado, 13 de noviembre de 2010

Resacas

Todo se nubla.
Pantanos de palabras y nieve.
Ciénagas.
Me cago en los muertos de Fante, Bukowski, Carver y compañía. Me cago en los bolígrafos y en los relojes, en los restos de lluvia que no tienen la suficiente cantidad de agua como para llamarse charcos. Me cago en las botellas de cerveza semivacías y calientes, en la aurora asomando, en el rocío mañanero.
Defeco vulgar, despótica y vilmente sobre la clase política, los presupuestos generales del estado, los tipos encorbatados y no me pregunten por qué, en las administraciones locales.

Volver a casa acompañado de tus pasos aumentados, de tu flequillo roto, de tu cartera, de tu hiel y de los restos de vómito y de humo. Creerte un realista sucio, un tipo de la generación beat que escribe bajo puentes y en fríos soportales.

Creerte eterno.

Pureza y hastío en cantidades proporcionales.

Un "cómeme la polla".

Escribo sin guiones, sin pautas y sin ritmo. Es una libertad engañosa pues siempre acabo encadenado. Como andar con zancos, sí, justamente eso.

Ahora voy a irme, lo he decidido. Voy a ducharme, voy a hacerme el cuerdo, el sobrio, el amante y el tierno. Quiero ver vuestra cara extraña desde fuera, vuestros coches, vuestra cesta de la compra y vuestros miedos. Quiero pasar desapercibido en una guerra de máscaras.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Partidas

Un viejo muy viejo (creo que de ascendencia polaca, aunque es más bien una intuición y en el ajedrez las intuiciones poco valen), de esos que provocan arrugas en los ojos con tan sólo mirarlos, jugaba al ajedrez en Central Park un día de primavera con el dolar y el yen a distancias insalvablemente oceánicas, contra un negro muy negro (que a priori vuelvo a intuir, situándolo en Senegal o Nigeria, cuando finalmente deduzco por su castellano que es caribeño, o sudamericano), de esos que te hacen sonar y sudar blues, menear las caderas, o coger un rifle o una trompeta tras asomarte levemente al marrón sebáceo de sus ojos.

El viejo murmura "All the pretty people die" y el negro responde "La ira es un batido de odio mál colado". La partida comienza. El viejo ¿polaco? abre con blancas y el negro que obviamente lleva las negras, piensa dos veces por miedo a no pensar demasiado. El devenir de la partida es realmente interesante. No es un juego, es una vida. Son frases, son escarcha, son trenes perdidos y puertos encontrados.

No se si usar "notación algebráica" o "notación descriptiva":
1.d4 d5 2.c4 c6 3.Cf3 Cf6 4.Cc3 dxc4 5.a4 Af5 6.e3 e6 7.Axc4 Ab4 8.0–0 Cbd7 9.De2 Ag6 10.e4 0–0 11.Ad3 Ah5 12.e5 Cd5 13.Cxd5 cxd5 14.De3 Te8 15.Ce1 Ag6 16.Axg6 hxg6 17.Cd3 Db6 18.Cxb4 Dxb4 19.b3 Tac8 20.Aa3 Dc3 21.Tac1 Dxe3 22.fxe3 f6 23.Ad6 g5 24.h3 Rf7 25.Rf2 Rg6 26.Re2 fxe5 27.dxe5 b6 28.b4 Tc4 29.Txc4 dxc4 30.Tc1 Tc8 31.g4 a5 32.b5 c3 33.Tc2 Rf7 34.Rd3 Cc5+ 35.Axc5 Txc5 36.Txc3 Txc3+ 37.Rxc3+ ½–½

Ya ven, gana el viejo una vez más, pero el negro no llora, sonríe; está más que acostumbrado a perder ganando cosas a cambio. Cosas que no son frigoríficos, ni avestruces ni coleccionables de aviones de la segunda guerra mundial. Más bien hablo de intangibles como lecciones, sabiduría y cuadernos llenos de mierda que has de saber que existe pero que es mejor no pisar.

Se dan la mano. Es tremendamente bueno eso de perder ganando y no ganar perdiendo.

Tras la partida voy a New Jersey a ver a mi primo Kilian, un tipo absurdo como una dentadura en un vaso de güisqui. Apenas habla inglés y tiene un chucho entrañable llamado Ibérico. Siempre rie aunque no tiene trabajo y vive en casa de una islandesa a la que folla, según dice, a tumba abierta sólo para seguir viviendo mantenido a su costa. No se que cojones hace Kilian con una islandesa si el odia todo lo relacionado con los volcanes y con el bacalao...
Kilian es un tipo del que se pueden aprender miles de cosas que no debes hacer. O quizás debas hacerlas para ignorar a los dos tipos de la partida, al polaco y al caribeño. Quizás debas obviar que todo eso existe. El bien y el mal, me refiero. Sonreir por norma sin preocuparte del cancer testicular ni las emisiones de C02. Sí, mi primo Kilian es un nuevo sabio...No llora, no padece. Como un puto condenado a muerte devorando toda la literatura del mundo sabiendo que no hay stock de sogas disponible que lo lleven a un cuello partido.

Siento envidia mientras miro a mi primo lanzarle el frisbee a Ibérico. Estoy jodido y lleno de nieve, y eso que ya ha llegado la primavera a New York.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Andar, reír, beber cerveza bien fría, glaciar, intentar reproducirte o follar, y también las dos cosas al mismo tiempo

Escuchar la poesía de Jaime Gil de Biedma en la voz de Miguel Poveda mientras deambulas por Granada, esconderte tras las gafas, ver la gente sonreír, contagiarte aunque escuches cosas tristes, esquivar las mierdas de perro haciendo acrobacias de puntillas, enamorarte de una sudadera, de unos largos dedos, de unas medias y de un chicle pegado en una pared con forma de gorrión.

Pienso en la muerte y sonrío.

Altibajos. Dilataciones. Bolas de arroz con atún y cebolla. Sushi para dos, fideos de soja y fotos de "Converse All Star" vistas desde arriba. Perros sueltos, guitarras desafinadas, cuadros en el piso y cáscaras de pipas.

¡Joder!, una BMX naranja y ¡cáspita! un tatuaje Old School en el cuello, es la cara del mísmisimo Proust. Menudo bigote, vaya corazón, tremendo cerebro.

Pienso en la muerte y se me derrama el helado. Ya no tengo ganas de reír demasiado.

Como dice Jaime...

No volveré a ser joven

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

"Poemas póstumos" 1968

martes, 2 de noviembre de 2010

La salvación de las letras

All the girls standing in the line for the bathroom.

Movimientos convulsos y treinta y tres vasos rotos sobre la pista de baile. La putrefacción del sonido. Un tio amaga con tirarse desde las escaleras del servicio. Sus amigos ríen, saben que le faltan cojones hasta para vivir decentemente.

La gente mira diferente a las cinco de la mañana. La gente te pide cosas raras a las seis, te odia a las siete.

En esta parte del mundo sólo quieren un taxi, un coño que no pregunte bobadas sobre el amor y el destino y que te ponga una enorme tostada de mantequilla.

Denme un pasaje a Islandia y una cura de sangre.

Un panadero sale a la trastienda a fumarse un cigarro.

Los taxistas se quejan de que el sol tarda demasiado en ponerse y que mucha gente paga con desgana.

Un tipo con cara de sueño me da un periódico gratuito. Lo abro al azar y leo: Una chica de diez años da a luz.

Se me derraman las hojas. Vomito encima. Es una agonía placentera, como arrancarte un dolor a mordiscos. Los ojos llorosos me impiden ver más allás del suelo y de los restos medio digeridos de salchichas y pudding de manzana. Huele a ron y a anestesia, a alivio y a olvido.

No se por qué me vuelvo a fijar de nuevo en el periódico...

Ahora sonrío. "El mejor Philip Roth ha vuelto".

miércoles, 27 de octubre de 2010

Grundle, gooch, gouch, gleek

Despierto supongo, con la misma sensación de torpeza que un elefante tras ser sedado con un dardo. Mi cabeza parece querer expandirse y no encontrar más surcos cerebrales, ni recovecos donde aposentar su mierda neuronal inflamada. Somníferos, Tranxilium 50, o también llamados panteritas rosas, y auténtica ginebra Seagrams con 1724 Tonic water: mezcla brutal.

Tumbado en un sofá de cuero beige, desnudo, mi cuerpo pegajoso de verano hace el sonido de una ventosa cuando me desperezo. Estoy anquilosado parcialmente por mi vientre y el lateral derecho de mis undécima y duodécima costilla.
Un sonido de algodón de azúcar fluye por aquella estancia completamente blanca de techos tan altos que la lámpara central parece un orgía de cometas destelleantes. Aquel lugar es enorme pero a la vez de una pureza asfixiante que parece arinconarte las sienes.
Contengo una arcada, ahora me pica la garganta.
El orificio de mi ano molesta ligeramente, pero la zona que lo une a los testículos, esa que los ingleses llaman grundle, gooch, gouch o gleek (siempre me fascinaron estos jodidos anglosajones y sus suministros verbales) y que nosotros de manera devastadoramente sosa y locuaz llamamos perineo, parece ser taladrada con saña mediante un sacacorchos de frío acero.
Ahoa ahogo un grito, me suda la coronilla hasta el punto de resbalarme los pensamientos hasta el pecho.
Frente a mi, una chica asiática toca el piano. Permanece desnuda, presumo, pues el piano desde mi posición cubre casi todo su cuerpo menos su pechos y sus piernas gasta las rodillas. Creo que es una pieza no muy conocida de Satie, pero para este inculto oído bien podría ser una pieza de carne o de pasado.
Por un momento parece que no estuviera allí. El sonido del sofá al moverme se enmascara con las notas procedentes de sus dedos. Ella toca con los ojos cerrados. Huele a tabaco. Tras los grandes ventanales abiertos de par en par se ven unas laderas de roca. Estoy en el fin del mundo me digo.
Decido girarme y colocar mis pies en alto mientras coloco mi cabeza casi tocando el suelo para mirarle la entre pierna escondida que me oculta aquel gigante y negro mastodonte sonoro.
Completo el giro. Una especie de ansia voraz se apodera de mi mandíbula y mis maseteros en tensión aprietan los dientes chasqueando como esas trituradoras del grifo de toda cocina americana tras intriducirle un brazo humano que no ha hecho la comunión.
Abro los ojos con vehemencia. Un frontispicio de asombro se planta ante mi cara. Cierro, abro, cierro, abro, cierro con fuerza cuento hasta tres, abro los ojos con desesperación y los mantengo allí sin pestañear durante un tiempo biológico improbable. Me lloran como mecanismo reflejo, están secos. No los cierro más...Ojiplático comienzo a llorar, esta vez de manera voluntaria. Ahora toca Clair de Lune, esta si la reconozco...
Un pene de proporciones enormes descansa bajo el teclado del piano.

lunes, 25 de octubre de 2010

La subclavia y el viaje del tiburón amputado

Dos picos de caballo como la cabeza de un fósforo directos a la subclavia...

Ves un japonés con cara de bueno y de nombre impronunciable (algo terminado en "moto", "sagua" o "saqui") cortar las aletas de un tiburón y lanzarlo burdamente al mar. El tiburón se convulsiona, pero al contrario de lo que pudiera parecer en un principio los espamos no son producto del dolor, se tratan de intentos de navegación. Como un submarino boicoteado el tiburón intenta propulasarse en el agua buscando un refugio donde morir con el orgullo al alza. Sin embargo cae, y he de decir que es una caída agónica y triste, como la de las hojas que pesan menos que un beso, como una gota de aceite escapando del agua en sentido inverso: lenta, mercúrica, pero inexorablemente al fondo.

Y aquí no sopla el viento pero sí lo hacen las corrientes.

Y aquí, al igual que el la superficie, siempre hay miles de pretendientes al trono deseando que mueras de la manera más trágica posible, porque mayor valor y relevancia tendrá la corona.

El tiburón, con todo su peso pero sin el poder de su cola es un títere de carne macilenta y picoteada que se bambolea de un lado a otro, como borracho por el hedor de su propia sangre. Un hilo de ésta une ya la pradera marina con la superficie lunar del agua estanca en una autovía de infierno, con cerezos en flor a cada lado de la carretera.
Una vez en la profundidad llena de cantos rodados el escualo intenta avanzar hacia la certidumbre de una muerte menos humillante, intenta buscar unas rocas donde esconderse. No lo conseguirá.
Estanco en medio de la inmensidad azul serpentea agónicamente, repta como una serpiente. Se ahoga en su propia sangre. Destroza toda su panza de blasfemar burbujas y apretarse fiero contra el suelo buscando impulso. Es un acto de impotencia. Como un preso que se china los brazos hasta el hueso al enterarse de que su mujer se folla a su mejor amigo, y no puede salir de allí para vengarse.
Una ralla danza vanagloríandose por encima de él y le caga encima con sorna.

Decenas de pequeños peces limpiadores como "garras rufas" se regocijan en un peeling impúdico de la piel de lija del tiburón, sin importarle o no el caché de la piel que se tragan.

El tiburón morirá. Nadie sabe si desangrado o de hambre. Y destaquemos que la sal ayuda a cicatrizar las heridas, pero a la misma vez aviva el dolor, sobre todo cuando se trata de pérdidas de inocencia u orgullo. Pero como iba diciendo, nuestro amigo morirá, eso es indudable, aunque lo hará con los mismos afilados e imponentes dientes, pero eso sí, sin su corona.
Y llorará...llorará horrores,porque parecerán haberse derretido dos icebergs del tamaño de la patagonia, pero sin embargo nadie podrá afirmar a ciencia cierta que lo hizo.
¿Saben por qué? porque no hay mejor manera de llorar escondido, que enmascarando las lágrimas en el salado fondo del mar.

jueves, 21 de octubre de 2010

Otoños desgravitados

No se por qué pero siempre que llega el otoño me acuerdo de las heridas del cielo y de los marcos de fotos vacíos...
La jaspeada piel de la memoria, las cicatrices del viento al azotar las palmeras de esta puta playa desierta que todo lo puede.
Cumunolimbos como gigantes salas de operaciones para nadadores de fondo se ciernen encima de los tejados.
Las hojas podridas en el lecho de los parques, en las suelas de los zapatos, en los felpudos, inundan con ese olor ocre y sordo todas y cada una de las reminiscencias del verano.
Las chicas sacan las botas altas, las bufandas de bolas, meten de nuevo a Cèline o a Jim Morrison en el bolso. Fuera no deja de sonar Noviembre.
Los desaliñados tipos con guitarra inundando las estaciones de metro, encharcando las vías de tren, los abandonados puestos de helados.
Los paraguas con una varilla rota .
Y todas esas cosas marrones que llenan los bolsillos y los tuétanos de los pibes desenamorados. Se llama "stuff" creo, o melancolía, o ganas de pasar página, o grises caramelos, o Kamikazes sin Sputnik Mon Amour.

Ahora que lo pienso, a ella le encantaban los jóvenes con guitarra ¿será por eso que me dejó por Bon Iver?

viernes, 15 de octubre de 2010

Niña no te vayas...

Tocan la armónica en los escalones del edificio. Uno de ellos taconea sin llevar muy bien el ritmo, el resto lo sabe, pero nadie dice nada. Un grito de luz púrpura azota el valle y el río languidece y se ahoga aún más en el cauce de barro y botellas rotas. Los días de otoño son como escupideras llenas de serrín y lejía en estas tierras. La densa calima todo lo puede, hasta las piedras, hasta las vértebras.
El sol extiende la mano y dice adios por la colina con forma de teta adolescente. El efecto de su brazo de luz hace que la colina, que no es otra cosa que un pinar casi yermo, parezca un gigante antebrazo adolescente con pocos vellos de punta azotados por el gran foco infrarrojo del gabinete del Doctor Sesmao. Para los más siniestros, parece la cabezota de Juanito, el niño pelirrojo que acude a radioterapia por un cáncer de huesos.
Ahora uno de ellos intenta golpear sus muslos con las palmas de las manos, al compás. Tampoco lo consigue. De repente pasa saltando Silvia, o más bien su pelo, que es una exhalación de trigo rubio o un tren de espuma dorada. La armónica calla. El sol se para. El río ya no corre. Todos miran al suelo.
Hay un silencio que dura lo que tarda un trueno en llegar de Acertuche alto a Majadahito.
El más avispado comienza a silvar para matar las ganas de huir, la noche y el frío que deja la falta de ruído. Se une rápidamente la armónica, otro a las palmas. Dos más taconean. Todos son un ritmo ya que suena a "primer beso en patio de jazmines, rodeado de cuadros costumbristas y tinajas de vino dulce".

Niña no te vayas, no me hagas nacer más.
No te vayas de la vera, no te hagas de extrañar.

Sírvete un buen ramo de claveles, ponte el delantal,
cocíname cosas lindas: tu mirada, tu danzar.


Es impresionante lo que ocurre cuando todos desean huir o amar (cosa que en estos valles viene a ser lo mismo), pero nadie quiere ser el primero en salir corriendo.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Cuestiones atemporales

Sobrevivo a base de pasta y arroz como con dieciocho, aunque lo peor es vivir echando de menos con el mismo alma enclenque de los dieciseis. Acudo a bares de jevis y no bebo cerveza a granel, me pido una copa, ron para más inri, ni siquiera güisqui; me acodo en la barra mientras los demás agitan brutalmente el cuello, mientras se desmelenan y aplastan contra el suelo sus pesadas botas de cuero... Yo espero tranquilo, muy tranquilo, sólo quiero que suenen los Scorpions...

martes, 21 de septiembre de 2010

No tengo remedio...

La chica lleva cargadas dos grandes pistolas.

Llevo tres días sin cagar, me duele la cabeza y cada vez que doy un paso siento que me crujen los bolsillos.

La piel de girafa y el sombrero tendidos en el balcón y mama no para de advertirme que así no llegaré a ningún sitio, con esa fachada, con esas botas agujereadas, con esas maneras..."Sólo te importa la muerte" dice siempre que cierro la puerta y bajo a saltos los escalones.

Nada más que la muerte y el polvo de estrellas, me digo mientras escupo en el buzón de la puta de Eloisa.

Un mango, una chirimoya, dos nectarinas y un trozo de miel casi solidificada. La vida es más dulce cuando te cagas en la vida y tienes esa sensación absurda de impunidad...

Nadie puede hacerme daño.

No tengo remedio, he olvidado sacar la basura. No tengo remedio he olvidado coserme las tripas. No tengo remedio, lo he perdido todo por el camino...

Fuck, yeah, chicas de otros charcos, se vienen al mío, saltan, saltan sin parar y con cara de no importarles un pimiento si manchan o no. Yo quiero a estas chicas. Son el tipo de chica que me gusta. Aquellas a las que no le importan las manchas, me refiero...

Vuelvo a casa y de nuevo olvidé comprar el pan, recoger las cartas, cerrar las ventanillas del coche. Mamá se va a enfadar, y mucho.

Yo voy a volver a perderme para siempre.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Medias tintas, noches enteras (Sangre de pulpo)

Si guardas la tinta en un cajón terminará por pudrirse. Si la guardas en un armario, todas las camisetas acabarán oliéndote a pasado. Pero si la guardas en el pecho, se te caducarán los latidos, enmohecerán las plumas del canario que pía encerrado tras las costillas, habrá mareas de melancolía en las pleuras, amagos de periostitis por mierdas no digeridas, y lo que es peor: no expulsadas. Y te convertirás en uno de esos muchos tipos que pudieron quedarse libres, y que pasaron a quedarse tristemente vacíos pero llenos de escombros.
Por eso, créeme, lo mejor es un tatuaje salvaje o un texto roto, y que lo lea quien quiera; quien no, que le follen bien profundo cualquier agujero.
Por cierto, son casi las cinco de la mañana. No puedo dormir. Por muchas vueltas que le de, se lo que necesito: he de escupir algo grande. He de escribir algo grande...

domingo, 12 de septiembre de 2010

Hostilidades desde el trapecio

Dios se ha olvidado definitivamente de nosotros. Lo digo con rotundidad. Maldito tú dios y el mio si no son el mismo. Mi único dios es mi mano derecha apretando mi polla como si me la fueran a embargar por deber toneladas de amor al mundo.
Será por eso que últimamente me he aficionado a la escalada en carne viva. Quiero mirarle a los ojos y decirle que no me ha hecho ningún favor plausible, que todo aquello que se suponía mio por derecho propio, por sudarlo y abrazarlo, por desearlo y detestarlo, se me ha escapado por un sumidero y me ha dejado sólo dos o tres pelos de recuerdo, enroscados y mezclados con jabón, espuma de afeitar, pasta de dientes.
Hay latitudes del corazón, donde la única escapatoria posible a la quema y al deastre es trepar rascacielos con la lengua. Desde allí, desde lo más alto del trapecio, quizás puedas contemplar las cosas de otra manera, simplificarlas, reducirlas a cero. Es lo que muchos llaman: la insignificancia de las hormigas. Y lo que yo llamo: cagarse en todas las amapolas del mundo.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Teoría - M

"La Teoría-M es la teoría unificada con la que soñaba Einstein. El hecho de que nosotros, los seres humanos, que somos tan sólo conjuntos de partículas fundamentales de la naturaleza, estemos ya tan cerca de comprender las leyes de la naturaleza que nos gobiernan y rigen el universo es todo un triunfo". Stephen Hawking.

Y a mi que la Teoría-M me recuerda a aquellos días de ciego escuchando Piratas con la ventanilla bajada...Ahora resulta que van a entender el mundo del todo, desde los cimientos, no quieren dejar ni una gota para el misterio
¡Y una polla! Qué se supone que nos quedará luego, cuando la marea baje llevándose mar adentro todas esas conchas con forma de interrogación, ¿Acaso permanecerá el silencio, la libertad, la inmensidad del universo des-conocido?
No, no, no, me niego. ¿Qué nos quedará si nos explican de manera experimental, con ecuaciones y sistemas, funciones, vectores de fuerza, logaritmos y matraces, la auténtica verdad y la despiadada mentira del amor?
No nos quedará nada, no nos quedaremos ni nosotros, todo se reducirá hasta el cero: las bocas, los coños, los helados, los lápices, los miedos. Todo. No nos quedará absolutamente nada, ni el vacío, ni el infinito, ni la mierda en la suela de un zapato.

domingo, 8 de agosto de 2010

Cuidao

Ten cuidao niña con las luces de ciudad. Ten cuidaico con los tentáculos de hielo y plata, con las falsas promesas, y con todos esos chicos de porcelana que como yo, sólo ansian tu boca, tu futuro y tus bragas.

lunes, 26 de julio de 2010

Pueblo de vientos

Para los dos abuelos con boina y garrote una tarde de enamoramiento y hormigas seguía siendo una tarde de besos y fresquito en Tarifa, con levante siete u ocho nudos y el mar lleno de borregos de espuma. Las calles recien encaladas de risas y cerveza, y un atardecer de tiovivos y montañas rusas en los ojos con una nena rubia intentando volar una cometa que atravesara las nubes.
Eso es lo que habían visto hacer tantos y tanto años, siempre igual, a todo aquel que visitaba aquel pueblo lleno de vientos.

viernes, 23 de julio de 2010

Dime cuántas

Cuántas veces puedes aparecer y hacer lo mismo con mis sensaciones y mi polla.

lunes, 5 de julio de 2010

Momentos imperfectos. Parte 2

Los imanes de la nevera no han ayudado mucho. Jamás fue bueno un "te quiero" escrito al lado de "cebolla", o un "hasta nunca" justo encima de "limpiacristales", aunque quizás, lo que más me dolió fue aquel "Todo ha sido una puta mentira" con tu caligrafía enrabietada y acelerada en un margen, casi tapando la "b" de "bastoncillos". Afirmaciones tan rotundas y tristes al lado de bastoncillos para las orejas, muesli o antimosquitos. Menudas listas de la compra.

miércoles, 30 de junio de 2010

Momentos imperfectos. Parte 1.

Se llevó la guitarra y con ella las canciones, aunque me dejó las cuerdas, no se si con el cruel propósito de que al recordarla me decidiera a estrangular mi propia polla.

viernes, 25 de junio de 2010

Palabras (no existen formulaciones lógicas que exprensen el sentimiento de añoranza en toda su magnitud)

He escrito y borrado ya más de diez veces el mismo párrafo pero con diferentes letras, y es que en ocasiones, uno simplemente no encuentra la forma o bien se le escapan las palabras...

Se tiene la certeza de que las palabras habitan en nuestra lengua, pero la mayoría de las veces somos incapaces de transformarlas en otra cosa que no sea una mezcolanza absurda de dolor sordo, añoranza y restos de tripas. Los remolinos de saliva se tragan todas y cada una de las buenas intenciones, a veces hasta el pasado, las flores y todas las cosas dulces que se pueden pensar en una tarde de verano con una cerveza fría. Las letras ruedan de uno a otro lado, como en una cruel atracción de feria, pegándose al paladar, quedándose a dormir la siesta entre los dientes. La amalgama de sonidos impronunciables es ahora un chicle pastoso más que masticado, un trozo de goma sin sabor que da vueltas y vueltas como un viejo calcetín dentro del tambor de la lavadora.
El viejo búnker de la piel en que se han convertido los cuerpos y el hermetismo de sus putas bocas. La falta de corrientes de aire que crucen de boca a boca, la ausencia de frases y fresas a medias. Nadie encuentra hoy mensajes en botellas en ninguna maldita playa.
No exagero si digo que se están cargando el mundo (yo el primero), porque nadie tiene nada que decir del presente y mucho menos del pasado. Diez kilómetros a la redonda y sólo encontrarás tres tipos que hablen con las raices de las cosas saliéndole de la garganta: un borracho, un loco y un niño.
Yo que hasta ahora he hablado como una maceta llena de flores, contribuyo ahora también, y sin saber muy bien por qué, a destrozar la superficie del suelo y del cielo, a enterrar con mercurio los escondites más reconditos de la piel y los recovecos menos irrigados del cerebro. No temo a quedarme sin suelo donde atornillar mis pies, ni mucho menos. Se trata sin embargo de un atroz miedo de acabar vacío, no tenerme cuando todo esto acabe y no existan las frases adecuadas para echar de menos.
La destrucción de uno mismo llega cuando hemos tragado tantas redes y tanto estiercol que no podemos ni siquiera vomitar o cagar tranquilos nuestro odio y nuestro pasado sin sentirnos culpables.
No se si me sigues, pero las palabras son las culpables de todo, y su culpabilidad no es otra que la de su ausencia cuando más las necesitamos. ¿por qué siempre dejáis que me pudra cuando más deseo librarme de mis duelos?


Una vez más, como ves, soy incapaz de describir lo que significa echaros a las dos de menos-***

martes, 15 de junio de 2010

Con mordaza y ambos fémures en estado de hibernación

Hoy, mientras conducía de vuelta a casa me he dado cuenta de que he pasado meses sin escuchar las canciones. No he comido. Nada de oler flores, gasolina o momentos del horno. Nada de caricias al dálmata de la vecina. No he besado las copas llenas, mucho menos las vacías. Ni siquiera he soñado con dejar la saliva dentro de una matriz en carne viva, o los deseos tras un esfuerzo de ósmosis dentro de la raíz arco-iris de las miradas del sol y las cosas vivas.

Han sido meses donde únicamente he metido cosas en mi cuerpo, cosas de distintas texturas, cosas audibles, paladeables, tangibles, incongruentes y retorcidas, cosas y más cosas que han pasado por dentro de mi como cuando uno atraviesa un pueblo de verano en pleno invierno con el viento silvante arrancando hasta los nudillos de las palmeras.

Las cosas han pasado sin que nos de tiempo a recapitular... como si nos hubieramos pasado todo este tiempo mirando las mismas figuras sin sentido del pupitre pintarrajeado de un chaval que repite curso aún siendo más listo que los propios profesores. Es una sensación metálica.

Un subterfugio en el escritorio.

domingo, 6 de junio de 2010

Quién tiene la cuerda de mi peonza...

Son las ocho de la tarde, Split huele a pescado fresco y restos de calabaza. Estoy sentado junto al palacio diocleciano, observando. Siempre me fascinó el "people watching" sobre todo cuando estás en paises que no son el tuyo, en lugares que jamás te pertenecieron ni siquiera un poquito, ni por asomo. Quizás sea un defecto pecar de observador de lo ajeno cuando tengo mi propia piscina llena de escombros.

Un sol de justicia sigue atravesando el cerebro de las nubes. Yo podría decir que odio a todos aquellos que aún a día de hoy siguen afirmando que la escopeta de Hemingway se disparó sola...pero no, prefiero odiar a todos aquellos que sienten pena por mi, a todas y cada una de esas tías que me han dejado sin cerveza fría la nevera. Pero la sensación de odio no es mayor que la de alivio en estos momentos. Sí, lo sé, es una mezcla rara, agua y aceite.
El alivio de haber escapado, o de estar apunto de hacerlo. El alivio de tenerme de nuevo sólo a mi mismo, abandonado y desnudo en mi balcón con una copa de vino y pensando en azul, en verde o en sal.
Todos los veranos desde que tengo uso de razón es la misma historia: algo acaba, algo empieza, un gran cambio.
No dejamos de ser objetos inocentes predestinados al mimso error mecánico, una y otra vez. Ahora vendrá el día en el que me zambullo en la fría piscina o rompo una ola con el pecho para creerme que tengo el poder y la capacidad de decidir, pensando que nada me afecta...serás gilipollas. Te sabes el rito de memoria. Lo has hecho tantas veces, y tantas otras has fracasado, que podrías incluso narrar con pelos y señales a que sabe la derrota cuando te das cuenta de que no eres capaz de controlarlo todo, porque sencillamente no tienes el control sobre ti mismo.
¿Te conoces? No lo suficiente.

Porque...sí, es siempre la misma historia, la misma piedra, y nunca aprendes.

Un tipo solo por decisión propia que se cree capaz de estar cómodo así para siempre. El alivio de la soledad extrañada; una buena trampa.

En el fondo siempre es como rebobinar una película: los miedos y el infinito dulzor del verano que empieza a retorcer un poco las tripas.

Dese hace tiempo ya, no me cuesta reconocerlo. Aquí me tienes, con ese gran temor, mi mayor pesadilla: perder mis frases, más que perder el último tren.

No tener a nadie que vuelva a hilvanar las venas tras una sesión de marionetas. Es un juego aburrido ese de perder por norma.

Casi tantas ideas como kilómetros (sólo algunas menos) se agolpan en la cabeza jungando al squash y deseosas de salir por algún orificio, a poder ser por la boca y en forma de poema, blasfemia o gargajo, todo, claro está, dependiendo del destinatario.
Estos días pocas son las flemas y las palabrotas que he de soltar. Una sensación de aguda frescura se apoya en mis hombros como cajas de frigopies. Pero lo más curioso de todo es que parece ser un final y sin embargo todo está empezando. Es cierto eso de los ciclos y no es menos cierto aquello del movimiento, del flujo de la energía.
Nuestras vidas son locas y jodidas peonzas, y lo peor de todo es que casi siempre los paisajes o las mujeres tienen la cuerda para seguir lanzándolas.

domingo, 18 de abril de 2010

878 kilómetros

La distancia que separaba A de B era de 878 kilómetros. Una linea recta, absurda y a priori atroz que separaba dos masas informes de tejido conjuntivo, músculos, nervios y sal.
En todo este tiempo nunca se hizo nada... o mejor dicho, nunca hice nada para acortarla. Quizás por esa creencia absurda y autoinstaurada de que si no nos movemos todo va a salir siempre bien o quizás por la más retrógrada creencia de que el pretérito perfecto simple del verbo amar nunca iba a llamar a mi puerta, ni siquiera en una tarde de domingo.
Pero ahora que es primavera y no deja de llover, ahora que todo ha cambiado, la distancia sigue siendo la misma aunque insalvable. No nos une nunca más una línea recta, un trayecto, un viaje con el codo fuera de la ventanilla. No nos une nunca más un recuerdo, ni tu pintalabios, ni una playa, ni cualquier foto, tipo de flor o canción.
En medio de ésta, ahora, linea curva, sólo hay árboles cruzados y avisos por derribo. Si miras en derredor verás millones de charcos con barcos hundidos a media proa, incendios en la trastienda de cualquier bazar, niños a los que el falta una pierna y ancianas a las que le falta el dolor.
Como ves, el espacio que ahora nos une deja de ser algo físico, se borra el recorrido. Hay un vacío con olor a gris, un pedazo amorfo de reproches, culpas, cobardías y sensaciones idiotas de que nadie jamás nos iba a robar el uno del otro. Nosotros y nuestra jodida apuesta de que siempre ibamos a permanecer siameses, como dos ingenuos amantes de archivo decimonónico.
Ahora que hay una J entre A y B, y se crea por ende una ecuación indescifrable que frena la colisión de dos cuerpos destinados al suicidio de su propio choque, sólo me queda decir que el estómago del miedo y de la memoria jamás tragará más utopías de plastilina, al menos no en mi nombre, no en el nombre de mi triste cobardía.

lunes, 5 de abril de 2010

Papito y Mama Juana.

En esta casa se escuchan los sonidos de revueltas y se huelen las pistolas como jamás antes habría imaginado. Todo está caído, manga por hombro, lamiendo el suelo. Mama Juana no puede hacer nada para arreglarlo. Las cosas, al fin y al cabo, siempre acaban cayéndose, a veces incluso mucho más allá del suelo.

Calaveras y diablitos.
Desiertos de tez morena.
Sangre de sandías y caramelos de higuera.
El guacamole mancha las barbas de la tierra,
la lima y el cilantro retuercen nuestras lenguas.




Tu gramola suena rasgada,

me encantan los discos viejos,
los besos viejos, los vinos viejos, los muebles viejos, los recuerdos viejos, y los niños que hablan como viejos.

Aquí la gente se ha olvidado del amor y
con insistencia le rezan a la muerte.
Las arenas del desierto traen sombreros bien anchotes,
sonidos de pistolas, olor a pólvora y a coca,
sabores de Arizona.

¿por qué te aderezas tan guapa,
por qué sigues llevando pistolas?

Calle Milagros exhala un vaho ardiente.
Papito y Mama Juana, dos sexos sin dientes.

Granadas, piruletas, tomateras....

Porque ningún poeta nuevo es solamente poeta. Es sólo un triste e inmaculado vestido de domingo. Sólo existen poetas nuevos de entretiempo, como chaquetas a las que no se le da uso. Poetas que escriben para llenarse el estómago con ligeros sneak entre comidas. Y yo me uno a ellos, cuando el estómago llama y no queda amor en la nevera: poemas, poemas, poemas sin alma.

jueves, 25 de marzo de 2010

Cardio y las carreras absurdas.

Siete millones de personas mueren al día a causa de enfermedades cardiovasculares, pero no es algo que te suelan decir en la radio camino al trabajo, ni en el informativo de las tres. No quieren que se nos atragante el pollo ni que pensemos en ello en los largos atascos. Quieren que sigamos, que no dejemos de pisar el acelerador con esos automatismos propios del animal acorralado que huye dentro de una carrera absurda hacia ningún lugar.

Mirar al cielo, jugar con el flequillo de Sofía y sonrojar los pezones de Leire, sentir la arena escaparse entre los nudillos, escuchar los árboles vociferar primaveras, recoger cerezas, hacer bizcochos los domingos de resaca, montar una estantería y ver mezclarse el serrín con el sudor, ver a los abuelos con sus manos arrugadas como pasas y con venas de estaño hacer cerámica, botijos y herraduras. Observar la paciencia de las abuelas haciendo bufandas. Viajar en invierno a Canadá para ver como se hacen los verdaderos muñecos de nieve y colocarle tú la zanahoria que hace de nariz. Cortarse las uñas pero limarlas también, perder tiempo en elegir el ambientador de coche, los chococrispies con menos estabilizadores y acidulantes E-221, llamar por teléfono a mamá en plena siesta y ahogar su enfado con un "te quiero gordi" y colgar rápido para imaginar su cara de tonta. Plantar jazmín y dama de noche, aprender a encuadernar libros por si algún día tienes hijos, comer un helado todos los días, a ser posible de un sabor diferente, lo que supone más de 20000 sabores diferentes de media en una vida de 60 años, aproximadamente. Llorar con las películas cuando nadie nos ve. Escribir cosas prohibidas, de esas que pensamos pero que no nos atrevemos a que nadie sepa, y esconderlas en los cajones llenos de miscelanea, arrugarlas y tirarlas a la papelera, o lanzarlas al mar. Mirar a la gente más a los ojos. Bailar haciendo el patoso. Hacerte amigo del DJ que cada sabado te promete una canción que nunca te pone. Guardar hojas secas de otoño en libros ya leidos. Volver a ver alguna película de Emmanuelle y recordar nuestras primeras pajas los sabados eróticos de Canal Sur. Releer las cartillas "Micho". Seguir intentando capturar pequeños peces con las manos, seguir olvidándote las medidas de un buen salmorejo, seguir odiando tender y seguir amando el olor a suavizante mientras tiendes. Correr de noche, de día y a media tarde. Tatuar galimatías en verano en la piel con salitre. Abrir los ojos debajo del agua con cloro y decirle a un colega: ¿los tengo rojos? Beber cerveza en acantilados, parques y miradores. Beber vino en cenas, en la cama, echando de menos o queriendo olvidar.

¿Me sigues? nadie nos enseñó que se trata de vivir el camino y no de una despiadada carrera de supervivencia. Nadie nos dijo que cardio se va a parar tarde o temprano, sin piedad, sin preguntar, y que cuando eso ocurra, en menos de un segundo todo el camino cruzará ante tus ojos (las diapositivas de la vida, las llaman). Debe ser tremendamente triste darte cuenta sólo en ese instante que has desperdiciado toda tu vida corriendo sin pararte a pensar siquiera porque cojones corres...

viernes, 19 de marzo de 2010

Adoración. La vida desde el cielo.

Stone Roses fueron dinamita de un día y olor a pólvora para siempre. Después de "I wanna Be adored" todos han querido parecerse a Ian Brown pero a nadie les sientan las gafas cuadradas tan bien como a él.

Ser adorado es el prurito del humano. Ser destrozado, sin embargo, su sino más comunmente aceptado como norma.

La única diferencia es el sabor y la textura de la tierra, lo cual condicionará enormemente el dolor del batacazo. No importa la marca de tus zapatillas, si llevas o no la mochila impermeable o la ropa interior a juego con los calcetines. Sólo unos cuantos serán adorados y muchos otros defenestrados como baratijas de óxido lanzadas a la superficie lunar para que nadie las vea.


En otro orden de cosas, o en el mismo, son curiosas las nanerías o la cultura adquirida tras el coito. ¿Sabían que en Alaska, no recoger a un autoestopista es delito porque de no hacerlo puede morir congelado? Todo eso, como digo, lo aprendí tras un polvo, otra forma de adoración bastante vacía pero algunas veces mejor que el chocolate. Para otros, una forma de olvido.

Excepto todos aquellos astronautas con el corazón roto, todos los demás mortales se mueren de ganas por subirse al cielo y cabalgar sudando y al galope nubes con forma de Lolita. Quieren subir a bares de estrellas, meterse rayas de polvo estelar, meterla en agujeros negros y mirar desde allí al suelo. Creen que así entenderán su vida, observándolo todo pequeñito, como resumido desde allí arriba.

Sin embargo se equivocan. No se dan cuenta de que si te tumbas y miras al cielo verás el universo completo acariciándote como una flor. Seguramente seguirás igual de perdido, quizás sobrepasado y aturdido, pero en paz. Menos da una piedra dirían por ahí. Las respuestas no están en el cielo, es lo que digo yo. Pregúntenle si no a todos y cada uno de los astronautas que nos vieron desde arriba. ¿Acaso es todo más fácil ahora cuando aprendido el verdadero significado de la insignificancia? Jim Irwin no opina lo mismo.

lunes, 15 de marzo de 2010

Usarnos.

Si en los recreos del colegio te enseñan que el amor va a romperse de tanto usarlo, que la inocencia es cosa de maricones y cobardes, y que el que más fuerte y más deshumanamente acaricie, más arrebata y más se lleva, algo va jodidamente mal.
Nos hemos cansado de mirarnos, de guardar las lágrimas en tapperwares con restos de tomate solidificado y rezar para que crezcan carcajadas asilvestradas. Nada es fruto del tiempo, excepto el olvido. Nada crece por fuerza de la vista y anhelo del deseo. Nos hemos cansado de cansarnos y todo eso nos lo ha enseñado alguien. Pretender que las cosas surjan, crezcan, se follen y creen ramificaciones con tan sólo contemplar-las es el error pasivo, el dulce fracaso del hombe que decidió cortarse las piernas para fundirse con el paisaje.

Las despiadadas lecciones del cielo, las intransigentes bofetadas de los libros que no nos quieren enseñar, la lluvia de ideas que transporta el viento a veces podridas y otras tantas sesgadas, la llamada memoria colectiva del universo, osea las primeras pajas, los partidos en el albero mientras llovía, el lanzar piedras a los tejados de San Silvestre con los primos mayores. ¿Dónde me han escondido mis días grises para que te enseñe como llorabamos cuando necesitabamos el desconsuelo?

Yo voy a cagarme en este colegio de estúpidos, Voy a enseñar a mis hijos a demoler los engranajes de sus relojes, sus estereotipos llenos de derechas, centros e izquierdas. Los mios se criarán en 3D y con discos de Miles Davis y alunizajes de estrellas del pop en las paredes de su cuarto. Me cago en vuestras tiendas, en vuestros escaparates difusos, en vuestro pasado que ahora usa cirujía y que colgais en perchas para que no se arrugue demasiado.

A los mios voy a salvarlos yo, y aviso, no les enseñaré a tirar piedras al agua para hacer la ranita, os tocará cambiar las tejas de vuestras insulsas aulas cada mes de Junio cuando todo el engaño termine un año más.

domingo, 7 de marzo de 2010

Poseer.

Ella sólo quiere, y querer es poseer, y poseer es una palabra que mi diccionario no entiende, una palabra tóxica, prohibida...una palabra sin bolsillos.

Posesión es un tatuaje que duele de por vida. Sumisión es una horca de alambre de espino. Y siempre el sexo silbando detrás de la ventana, inundándolo todo, hasta las cosas inertes, hasta los penachos de plumas y los terrones de arena.

Sexo con gafas, sexo bajo la lluvia, sexo con melena, sexo sin piernas. Y no se da cuenta de que un buen abrazo va a cambiar-calmar toda mi sed y mis fingidos despistes...

lunes, 22 de febrero de 2010

Como ríos llenos de pistolas

Desde que me dijiste aquello, te pienso. Son 317 herraduras oxidadas en la panza y necesito sacarlas de aquí a toda costa ¿me oyes? cueste lo que cueste: esfuerzo, drogas, huídas...

Vas a decirme que estás bien, que todo va a salir color marfíl y sabor a safari. Vas a decirme que el río ya no está lleno de pistolas usadas, que las barrigas de tus ballenas ya no guardan toda la muerte del mundo. Vas a decirme que podemos volver a bucear los domingos por la mañana sin miedo a encontrar pesadillas tras los corales ni cofres llenos de espinas-espigas.

Porque puedes borrar el resto de pólvora, las huellas de la empuñadura, pero aún así, las pistolas tienen una memoria sombría acerca de vertederos, cuellos y venas tiesas como alambres. La memoria del acero es más poderosa que la de las piedras, más tenaz y más roma que la de la mano que la asía.

Por eso, si tú me juras que todo va a salir bien y que no ha pasado nada, excepto el tiempo, yo prometo que no habrán más "yo con mi sombra" ni más fantasías sobre follarnos a Maria Callas en un velero destino a Santorini mientras gime "O mio babbino caro". Mi sombra y yo somos un especimen en peligro de extinción y no queremos a nadie que nos salve, nadie excepto tú.

Voy a derretir las malditas pistolas para hacer floreros y libros de recetas. Voy a enterrar a la muerte. Voy a olvidar las memorias del cielo morado. Voy a ahogarme junto a mis lastres en aquella porción de nuestro río, que por sufrimiento y lluvia ya nos pertenece.

lunes, 8 de febrero de 2010

Children, don't stop dancing.

PARADÓJICAMENTE: Sólo veo todo claro conduciendo de noche mientras diluvia o llorando cantaros de hiel mientras conduzco. Esos días, los sentimientos son como caballos en llamas trotando por campos de heno, todo huele a desnudez y sabe a irrelevancia. Amo esos días en que los niños no pueden parar de bailar.

jueves, 4 de febrero de 2010

Rápido.

Nadie nos dijo al nacer que la vida se acabaría tán rápido, ni que los trenes pasarían tan deprisa...

sábado, 30 de enero de 2010

Carne y ruido.

La delicada distancia entre la carne y el ruido.

miércoles, 27 de enero de 2010

Endémica, me perteneces.

Endémica de mi piel, de la cuarta zona intercostal izquierda.
Endémica de mi ruído bruxístico, de mis cavitaciones interfalángicas, de los periostios de mis huesos más ocultos, aquellos que lloran y nadie oye, aquellos que rugen como las puertas de un cementerio cuando me despierto.

Endémica de mi saliva arenosa,
de mi miel,
de mi hiel, y de mi tendinitis del supraespinoso.

Endémica de mis ausencias, de mi concupicencia, de mis dedos llenos de ruina y de lluvia, de mi paladar seco con restos de atún.

Endémica de mi sol,
de mis hamacas oxidadas,
de mis tardes de insomnio y de mis intentos frustrados de hacer el pino desde los ocho.

Endémica de mis ganas de hacerme mayor, antes,
y mis ganas de retroceder, ahora.

Endémica de mi, por que sí,
endémica de mi propia propiedad,
endémica de mis adentros, de mis tripas, de mi pasión por los gorriones, de mi odio hacia las golondrinas, de mi sangre salada, de mis juguetes rotos, de mi polla, de mis muestrarios de sonrisas, de mis bolígrafos olvidados, de los precipicios de mi ombligo, de mis noches amputado de una pierna y tres recuerdos...

Endémica de mi historia personal e intransferible,
tú, hoy, me perteneces.

jueves, 21 de enero de 2010

Las flores del cerezo.

Caen las flores del cerezo un año más y el verbo necesitar sigue escalando con piolets y dientes de hierro, subiendo posiciones, mordiendo, desgarrando. Y con la llegada de la nieve se aferrará por fín al primer puesto, desbancando al "Comer-domir-cagar-follar". Ahora necesitar es todo. Necesitar agua, libros, gasolina, besos, tiempo, compañía, halagos y resquicios.

Estatismo.

Tranquilidad.

Quietud.

Chimeneas.

Unos zapatos nuevos y una nuevo ambientador para el coche, esta vez que sea mango. ¿cómo cojones huele un mango? Seguro que huele genial, está más de moda que el Aloe Vera.
Ahora nadie usa el aloe para las quemaduras, ni los dvd de doble capa o las chaquetas vintage de Adidas.

Ya nadie se mueve porque este es su sitio.

Que viajen los valientes, que arriesguen los locos. A nosotros con la hipoteca nos vale. Mi cupo de riesgo está cubierto con engañarla una vez cada dos años y escaparme y volver sonrojado como si fuera aún un tipo joven que ha sacado los pies del tiesto.

Pero...¿y cuando todo esté acabando? Cuando le veas las orejas al lobo, cuando notes como ya el reloj de arena está casi vacío en su parte de arriba, cuando sientas todo el tiempo de las cosas escurriéndose entre las manos. ¿Qué haras entonces? Cuando sólo haya tiempo para lamentarse, lo haremos, sin más, y lloraremos como el que más, y nos maldeciremos por no haber ido a los canavales de Río, o no haber andado sobre la muralla china, o no haber aprendido a tocar el piano o no haber plantado un árbol.

Entonces ya no valdrá repetirnos "Y si...". Tan sólo nos quedará el recuerdo triste de las flores del cerezo cayendo un año más, arrastradas, entre otras cosas, por las brutales y cobardes fuerzas de nuestros propios miedos.

sábado, 16 de enero de 2010

El derecho a correr.

Papa quiere tocar la trompeta como Chet Baker, pero siempre tiene los dedos ocupados con crucigramas y fotos de cuando llevaba pantalones de campana. Mama quiere morir con la soga al cuello porque no tiene ni tabaco, ni sueños, ni pinzas de la ropa. Y yo ando escondiendo las cuerdas, desafilando cuchillos, vaciando la piscina.

Y es que cuando todo sale mal, nadie nos puede privar del derecho a correr.

miércoles, 6 de enero de 2010

Unchanged.

BorrónycuentanuevayvueltaaempezarunaXgrandesobredimensionadarecalcadaennegrita.
Tachamos
Pasamospáginacerramosesapuertaabrimoslaotramudanzaplanrenove.
Yafueralamismamierdaparalasmismasmoscas.