martes, 29 de marzo de 2011

Amor utópico según Marx

Hasta la ex-tenuidad de la saciedad... porque el marxismo de los vientres, de los dientes, de la saliva y del esqueleto en general incluyendo la mayoría de partes blandas, inclusive cartílagos y halagos, no es otra cosa que dos alas de proporciones gigantescas y pesadas como simples plumas, con las que volar y volar y volar, hasta el infinito de los días, hasta la plenitud de las entendederas, hasta el límite inabarcable de la felicidad; si es que eso existe...

Nocilla blanca

Vamos a tatuarnos mierdas insustanciales porque el mañana no existe y quedan bien con mi camiseta de tirantes.
Porque la nueva nocillomanía blanca es un oxímoron muy triste pero real entre intelecto y vacío.
Aprender de memoria lo último de "Love of Lesbian" y tildar de zorra a la Callas.
La falta de aprecio por la piel, la falta de aprecio por la sien.
La asquerosa y saturada batalla de leer informaciones para usarlas el sábado junto con la cerveza, y olvidarlas el domingo tras la almohada y un pinta labios diferente.
Las superficies de contacto como entes vacíos y los agujeros de la carne como recipientes de miedo y semen.
Golondrinas. Marineros. Carpas.
La debacle de Shakespeare. El auge de Panero.
La electricidad como conductor de letras, imágenes y ruídos, pero ya no más de mordiscos.
La miscelanea y los cajones desastre como refugios cool y permitidos. Los posicionamientos nobles como suicidios asistidos.
Tinta por encima de sangre...quizás eso sea lo más triste...




domingo, 27 de marzo de 2011

Las cosas rotas

Las cosas rotas como las sillas, el pasado y los dedos siempre han sonado tristes.
Las cosas rotas rompen la luz, ahogan la muerte del espacio usado, paralizan el baile de Cronos.
Las cosas rotas plañen, rara vez sangran. Se ramifican, se estratifican, crecen hacia lo profundo de las razones para salir corriendo y te suelen dejar una enorme cara de tonto.
Las cosas rotas se apellidan desesperación, impotencia y quebranto. Sin embargo tienen millones de nombres, la mayoría de ellos son nombres de enamorados, o nombres enamorados, u hombres enamorados, u hombres desangrados.
Las cosas rotas suelen tener forma de nube, de teclado, de edredón, pocas veces de huevo, aunque cuando eso pasa suelen despertar simpatía.
Las cosas rotas son distorsión de una eléctrica en un altavoz un domingo de resaca.
Las cosas rotas como los portazos y los abrigos o los bolsillos de una mochila.
Las cosas rotas como Donnie y Eva, como el güisqui, el adios y los trenes que no vuelven nunca.
Las cosas rotas...

jueves, 24 de marzo de 2011

Tropiezos

Piedras. Muchas piedras y de todo tipo. Romas, angulosas, grandes, estriadas, grises, arcillosas, con forma de nube, con forma de sueño, con forma de caída vertiginosa, de sofá, de melena rizada, de botellín de cerveza, de ruído, de nueces, de ramo de flores, de escapada a la playa, de huída, de girafa, de asiento trasero de un Corsa. Más y más piedras. Azules, con pecas, sin cartera, rellenitas y amantes de París y las cerezas.

Mis tropiezos llevan nombre de mujer cuando bien pudieran ser piedras... Inertes y olvidadas piedras sin nombre.

viernes, 18 de marzo de 2011

Días

Hay días y días. Hoy mitad rastrojo, mitad poesía. Minerva de Deftones y un ejemplar de prosa salvaje en la mochila. Cerveza Alhambra. Olor a Provolone. Las horas pasan lentas, resbalando, minutos de miel. La gente bebe por la calle porque hay que romper la ley. Hay tres mil rebecas colgadas en su percha este mediodía. Sol bendito, inquebrantable, justiciero. En las tiendas huele más a vainilla que a lavanda. No pasan trenes, el pueblo los ha cogido todos,nadie quiere dejar escapar las oportunidades. Se golpean tuberías para ver si es verdad que ya no existe lo hueco. La ciudad se ha levantado. No existe alquiler, ni renta, ni posesión, hasta las rejas son libres. Llega Beirut destrozando la acera de la avenida principal mientras suena "Nantes". Ciento treinta y dos grilletes anclados a el puente. Dos mil ciento veintiocho candados anclados a la pierna de un tipo que se atribuye la imposibilidad de amar. Todavía se paladea el olor a pan y son las cuatro de la tarde. Balcones engalanados con bragas y paños de cocina. Balones, trompos, canicas y columpios que se quejan entre los engranajes de la felicidad y el sonido infinito de la risa de un párvulo. Formas, bultos hechos con sabanas y restos de neumáticos. En la azotea de Asunción 32 hay un chaval con su mesa de mezclas. Sueña con el sonido interminable. Una caterva de mujeres gritan de rabia. Quieren que los hombres también tengan la regla. Y las ollas revientan sus pitorros porque el cocido ya esta listo. Los niños dejan las cosas recogidas, parten el pan, se manchan y se pelean porque no quieren las verduras. Lo más triste es que sólo hay dos tios que se han parado a pensar en su vida y en el camino y en las zanjas y en el ruído que hacen las cosas cuando todo va mal. Sólo dos. Yo y mi espina. Yo y mi vientre, mi jodida barriga llena de inconformismo brutal.

jueves, 17 de marzo de 2011

Canales

Ese flequillo roto cubriendo una peca y el denso humo grisáceo en los labios agrietados. Fresas rotas, que no podridas y demasiado frío para estas latitudes y para estas fechas, sobre todo si eres de esos que bombean besos de brasero.
Hay muchas cosas que no entiendo y el por qué a la gente le encanta andar en Marzo igual que en Noviembre es una de ellas. Pero yo ya tengo veintiocho y cicatrices tan grandes como Sudán, lo cual bien vale al menos como tres sustos de experiencia con dos mortales y tirabuzón incluido.

Quizás por eso soy difícil de engañar... Aunque reconozco que con una combinación perfecta de prisa, sudor, caricias y lluvia soy tu tipo embaucado favorito. Si cambiamos la lluvia por ginebra o el sudor por tequila paso a tener quince años y creo todas las historias de centauros y fantasmas, puedo tatuarme "Dolores" en el antebrazo e incluso cortarme un dedo por amor.

Pero como iba diciendo hace demasiado frío para ser convencido de nada caliente.

Sopla un ligero viento que no levanta olor a suciedad ni a orina en los canales cercanos a la estación de tren. Ella termina de mear en esta calle perdida por la que apenas pasa gente, junto a un canal diminuto donde yace dormida a duras penas una góndola vencida. A nuestra derecha un puente cascado y lleno de arrugas, un abuelo lleno de pisadas. Vuelvo en sí al escuchar ese sonido característico de un pañuelo acariciando una bulba. Le doy su máscara veneciana cuando aún ni se ha subido las bragas. Tengo flashbacks de "Eyes Wide Shut" ¿Qué cojones hará en Venecia si dice ser de Belgrado?

Pasan unos diez tipos disfrazados de mosqueteros. En lugar de musket o espadas rapieras, blanden botellas de vino del Véneto. Cantan en italiano y muy alto. Yo miro a otro lado, estoy algo borracho y acabo de colocarme mis Pioneer M280 con Hybrid Theory a todo volumen. La chica serbia me habla aunque no la escucho, lo se por el movimiento de sus labios o más bien lo intuyo. De repente la agarro del antebrazo mientras admiro sus venas turquesas. Curioso: sigo sin estar empalmado.

La ciudad licuada llena de escondrijos para rebeldes y nosotros dos bebiendo cervezas. Los árboles exprimidos, las aceras retorcidas, las papeleras de enredadera. La ciudad de los enamorados dicen por ahí y mientras tanto mi polla sigue sin darles la razón...

jueves, 3 de marzo de 2011

Grunge

Tengo un colega que se partió el cuello en un concierto de Nirvana. Fue allá por el 92, en el Reading Festival, si mal no recuerdo. Estaba muy drogado, según él casi en trance. Lo único y último que recuerda es estar mirando al suelo, a sus zapatillas, y pensar que los cordones eran serpientes. La última canción para él esa noche fue "In Bloom"...Paradójico, inquietante.

Algunos testigos dicen que un tal Sean Corvey se lanzó desde el escenario y le calló justo encima de la nuca, reventándole el cuello. Consecuencia: fractura de C4-C5. Tetraplejia. Espasmos severos. Ausencia de control de esfínteres. Escaras y olor a muerte. Alguien que te lave. Alguien que te de la cuchara. Alguien que te peine. Alguien que te masturbe. Alguien... siempre alguien.

A mi colega le gustaba el Grunge pero no lo entendía ¿Por qué tanto pesimismo, por qué tanta mierda? Me decía siempre en Billy's con una cerveza en la mano y una sonrisa en la otra.

Ahora, desde su silla de ruedas se maldice por no haber nacido en Seattle. Entiende a Kurt Cobain y a Layne Staley, de hecho quiere que yo lo ayude a morir porque si su madre ni su hermana se atreven. Un chute de caballo enorme, me dice siempre. Quiere visitar a Kurt y Lacey. Quiere ver si han envejecido. Hablar de la muerte con ellos. Ver "American Psycho" con ellos. Decirles que Chris Cornell es un fucking faggot y que ya sólo hace bazofia y que él también debería haber muerto en su día, con "Black Hole Sun", o a lo sumo justo después de "Audioslave". El resto de su vida, según él, sobra.

Miro a mi colega llorar y me acuerdo de cuando sonreía, porque ahora sólo él entiende el Grunge; sólo él es Grunge; puro, apestoso y furioso Grunge.