miércoles, 29 de diciembre de 2010

Diez minutos, apio, abrigo y un suicidio.

Ante mi un reto. Tengo diez minutos exactos de reloj. La batería del portátil da sus últimos coletazos y el cargador está lo sufcientemente lejos como para no moverme de la cama. Pretendo escribir algo medianamente consistente, medianamente simpático o suficientemente incoherente como para que me guste.
Para empezar hace frío, se han acabado los yogures de coco y yo me cago en el romanticismo. Todo ello llena mis dedos de visceralidad por partes iguales. La chica de The Cure pasa de mi. Y yo tengo ganas de escuchar a Chaouen, pero algo en castellano me distraería. Tengo nostalgia de las playas de cádiz, pero esa no es la historia que pretendo contar. Por oytra parte me apetece realmente Patrick Watson pero sin embargo escucho Mayan Factor, que me dan más fuerza, y al no ser muy conocidos me hacen sentir alguien cool-elitista y con criterio, aunque sólo me quede un poco en la suela del zapato. Mi madre anda enfrascada en unas uvas rojas rellenas de crema de queso y unas tartaletas con nosequehistoriadeapiopuerroycalabacínalhorno. Padre ha ido a comprar el pan. Definitivamente llevo mucho tiempo viviendo sólo y no me acabo de acostumbrar a esto.
Una tia se ha intentado suicidar en el edificio de enfrente esta mañana tirándose desde un cuarto. Según dicen tenía problemas económicos, aunque en la frutería, mientras hacía cola para comprar los puerros, el apio y el calabacín para mamá, he escuchado que era por que el marido la engañaba con Chari la del estanco.
Yo creo que se ha intentado matar simple y llanamente porque estaba triste. Me la pelan los motivos. En realidad también me la pela que se haya intentado quitar del medio, para que engañarnos. No la conocía. Sólo me jode en cierta forma porque paso demasiado por esa misma acera contra la que ha reventado sus costillas. Ahora siempre miraré hacia arriba.
Si te paras a pensar el mundo últimamente es eso. Gente que se tira, y gente que se tiran unos a otros, por balcones o en la cama. Lascivia, egoismo y que te jodan si te quedas sin sitio, yo he llegado antes y no voy a dudar aunque lleves muletas.
¡Hijos de perra, qué están haciendo conmigo!
Decidido, mi buena acción del día será comprar unos dulces y regalárselos a la amable señora que me ha arreglado la cremallera de mi abrigo favorito sin cobrarme nada...Quiero aparentar al menos que aún me queda un pedazo de corazón sin pudrir. En el fondo, no todas las patatas queremos ser parte del mismo saco.

6 comentarios:

  1. Tienes toda la razón, parece que hoy en día todo el mundo quiere joder a todo el mundo, y eso es terrible.
    Seguro que esa amable señora agradece mucho los dulces :)

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  2. yo, me quedo con chari la del estanco

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  3. buen texto bajo presión
    odio los yogures de coco, pero al menos pueden valer como una pequeña inspiración
    y si, todas las patatas pretenden ser de distintos sacos, pero la mayoría lo disimulan muy mal

    un abrazo dr. letra
    salut et gratia

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  4. Y... ¿todo eso en una tarde?
    Desgarrador documento!!!

    Muchos besos

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  5. ¡Qué buena crónica!¡Qué buen final!

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  6. si, se siente que es un otoño en verano con el invierno en los bolsillos

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