jueves, 18 de noviembre de 2010

No podemos controlar las espirales

Te posicionas en la fácil decisión de decidir. Me tachas de solemne y místico al mismo tiempo. La postura maniqueista del cobarde, lo llamas. Pero si te paras a pensarlo fríamente, todo este tiempo has estado haciendo como en la cocina, reducciones del vino aplicadas a las arterias del sexo.

Yo, que corté todo por las rodillas hace tiempo, que no dejé las venas crecer ni llenarse de moho temiendo egoistamente que todo esto podía ocasionarnos mudanzas, no contesto, miro a las colinas llenas de colillas y restos de picnic y a los retales de cielo colmados de humo de incendios, combustiones varias y transmutaciones. Todo es usura aquí, falsas aspiraciones y esmegma.

Lo peor de todo es que crees de buena gana y a ciencia cierta que siempre voy a decir que sí y que los escombros de mis dedos te pertenecen, y que bla bla bla...

Los escombros de mis dedos; los mismos que escriben como una canción de Úrsula, como un momento Khonnor, como un adios asustadizo pero sobrio, sin agitar la mano...

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