martes, 24 de febrero de 2009

Niña mona, niña perdida.

Que más da por donde salga el sol si en tus venas siempre reinan las sombras.

Te acostumbraste demasiado mal a cobijarte bajo las alas de quien ya no te quiere, y ahora que todo ha terminado, y ahora que sólo quedan unas cuantas plumas que huelen a gallinero viejo y a ausencia, ahora que él ha levantado el vuelo y ha emprendido un viaje bien lejos de ti, ahora, sólo te queda tu oscuridad pequeña y triste mirándose al espejo de las cosas saladas, de las cosas que punzan el vientre.

Qué holocausto, qué canibalismo, que vil autoasesinato, que odio la palabra suicidio.

Te jode enormemente saber que cada segundo que corre está pasando algo que te encantaría observar, probar, acariciar o secar con los labios. Te martiriza no poder estar montada a la vez en todos los trenes del mundo, odias perder trenes, te enferma saber que abandonan los andenes sin ti. Te mata por dentro ser tan guapa, tener una carita tan linda y coqueta, pecar de presumida por fuera y no haberte cuidado el tuétano.

¿Qué tienes ahora fara bonita? dime, ¿qué tienes ahora que ya se cansó de tu belleza, de tu destreza para alinearte el flequillo y ponerte roja siempre que quieres simulando así tus inocencias? ¿qué será de ti sin él, sin trenes, con toda tu belleza y sin toda tu riqueza en el pecho? No te queda nada. No te queda absolutamente nada niña mona, pero sin embargo siempre haces que el tiempo parezca tan rápido al mirarte a la cara que dan ganas de no parar jamás de llorar.

Él, yo, aún te quiere niña mona, aún te ama niña perdida.

3 comentarios:

  1. No me salen las palabras para describir mi impresión tras leer el texto, así que exclamaré un "Vaya..."

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Por quién escribiste esto?

    ResponderEliminar

Huellas