lunes, 9 de mayo de 2011

To want everything, to have nothing. To have everything, to want nothing.

Un capricho más, un sueño menos...

Escucho Sextape de Deftones mientras todo da vueltas excepto las agujas del reloj. Incluso el agua (que se niega a girar camino del sumidero) parece estanca como una ruina de cobre en una montaña sin aire.
Sirenas. Cuerpos nadando en saliva que no es la mía y colas que no llevan mis escamas puestas. Pezones de coral que arañan los ojos de los crédulos de mi categoría. En estas latitudes las bocas llevan los labios muy pintados, desfigurados de besar rocas o listillos que se las dan de piratas. Sirenas. Siluetas que nadan y bailan en océanos que me quedan tan lejos como estrellas en el bolsillo de alguien que ya no me quiere, o como esos epicentros de terremotos lunares que le ganan en lejanía al mismísimo Japón...

Pienso en mujeres y pienso a la vez en hombres que no van vestidos como yo pero que llevan corazones similares. Pienso en lo solos que deben sentirse si lo piensan tempánicamente.
Me pasa por la cabeza que un hombre es un delfín que se ríe menos y que no tiene la suerte de poder enmascarar las lágrimas con el agua del mar. Y sí, se que pueden estar pensando que la lluvia ayuda cuando uno llora, pero eso sólo es en Bergen, aquí en el sur a los hombres tristes se les ve a leguas.

Un hombre no ha nacido para nadar solo (pienso de nuevo), ni para bailar sin unos zapatos de tacón enfrente con los que tropezarse. Como dijo Bono "Uno no puede ser humano en el aislamiento. Todos nos necesitamos". Aunque Bono, que era listo, no se atrevió a decir que lo más jodido es encontrar a ese alguien que te necesite y al que tú necesitas. Y cuando hablo de necesitar, no hablo de necesitar pedazos. Hablo de necesitar enteros. Y eso es casi tan difícil como no acordarse de la muerte cuando ves las manos de tu abuelo.

¿Simbiosis? Una puta. La reina del escondite después de Bin Laden.

Pero yo iba hablando de sirenas, delfines y hombres aislados a su suerte. Iba hablando de todo eso pero en el fondo lo que me trajo aquí fue querer hablar de esa mezcla extraña de deseo y capricho con decepción y asco. Venía a hablar de cuando tienes muchas ganas de algo, de conocer a alguien, y una vez que lo haces te sientes hueco como todos los pozos negros del mundo en una misma habitación. Quería hablar de eso que yo mismo he titulado "el mecanismo deseo/capricho - realización/consecución - olvido del objeto/cuerpo". Un mecanismo que habita en la raíz del cabello del hombre, en la base de su cráneo, en la longitud prohibida del alcance de sus sueños. Un proceso de tres pasos básicos de orden inalterable tan anciano como las manos de un curtidor de cuero y tan engañoso como una mujer en pijama.

Pero yo venía a hablar de eso y al intentar hacerlo de carrerilla y sin pensar, lo realmente cierto, es que he acabado pensando de más.

Ahora la pregunta debería ser quizás: ¿Es la definitiva, es acaso la última?¿Habrá más mentes como ésta que a priori se presentan follables como el orificio artificialmente oradado en un melón y que después pasan a ser simplemente la cáscara mal aprovechada de una sandía? ¿Cuántas "decepciones" me quedan para llegar al cupo?

O quizás: ¿Merece la pena?

Me acuesto igual que llegué porque no me he respondido. Dar palos de ciego sin piñata podrán pensar algunos. Al menos me queda la satisfacción de que cuando no puedo responderme preguntas como esa no suelo usar la cabeza para romper la piñata, uso la polla. Y la verdad es que va bien, porque acaba doliendo menos.

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