viernes, 25 de junio de 2010

Palabras (no existen formulaciones lógicas que exprensen el sentimiento de añoranza en toda su magnitud)

He escrito y borrado ya más de diez veces el mismo párrafo pero con diferentes letras, y es que en ocasiones, uno simplemente no encuentra la forma o bien se le escapan las palabras...

Se tiene la certeza de que las palabras habitan en nuestra lengua, pero la mayoría de las veces somos incapaces de transformarlas en otra cosa que no sea una mezcolanza absurda de dolor sordo, añoranza y restos de tripas. Los remolinos de saliva se tragan todas y cada una de las buenas intenciones, a veces hasta el pasado, las flores y todas las cosas dulces que se pueden pensar en una tarde de verano con una cerveza fría. Las letras ruedan de uno a otro lado, como en una cruel atracción de feria, pegándose al paladar, quedándose a dormir la siesta entre los dientes. La amalgama de sonidos impronunciables es ahora un chicle pastoso más que masticado, un trozo de goma sin sabor que da vueltas y vueltas como un viejo calcetín dentro del tambor de la lavadora.
El viejo búnker de la piel en que se han convertido los cuerpos y el hermetismo de sus putas bocas. La falta de corrientes de aire que crucen de boca a boca, la ausencia de frases y fresas a medias. Nadie encuentra hoy mensajes en botellas en ninguna maldita playa.
No exagero si digo que se están cargando el mundo (yo el primero), porque nadie tiene nada que decir del presente y mucho menos del pasado. Diez kilómetros a la redonda y sólo encontrarás tres tipos que hablen con las raices de las cosas saliéndole de la garganta: un borracho, un loco y un niño.
Yo que hasta ahora he hablado como una maceta llena de flores, contribuyo ahora también, y sin saber muy bien por qué, a destrozar la superficie del suelo y del cielo, a enterrar con mercurio los escondites más reconditos de la piel y los recovecos menos irrigados del cerebro. No temo a quedarme sin suelo donde atornillar mis pies, ni mucho menos. Se trata sin embargo de un atroz miedo de acabar vacío, no tenerme cuando todo esto acabe y no existan las frases adecuadas para echar de menos.
La destrucción de uno mismo llega cuando hemos tragado tantas redes y tanto estiercol que no podemos ni siquiera vomitar o cagar tranquilos nuestro odio y nuestro pasado sin sentirnos culpables.
No se si me sigues, pero las palabras son las culpables de todo, y su culpabilidad no es otra que la de su ausencia cuando más las necesitamos. ¿por qué siempre dejáis que me pudra cuando más deseo librarme de mis duelos?


Una vez más, como ves, soy incapaz de describir lo que significa echaros a las dos de menos-***

1 comentario:

  1. qué manía la de querer expresar y decir todo con palabras... ¿Todavía no nos hemos dado cuenta que los sentimientos no caben en ellas?
    Nunca encontraremos las palabras exactas para expresar el lenguaje del corazón, es algo que se nos escapa de las manos, es algo que nos invade y nos supera... Confíemos en que el cuerpo, la magia y lo invisible nos ayuden a expresar lo más profundo...

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