miércoles, 27 de enero de 2010

Endémica, me perteneces.

Endémica de mi piel, de la cuarta zona intercostal izquierda.
Endémica de mi ruído bruxístico, de mis cavitaciones interfalángicas, de los periostios de mis huesos más ocultos, aquellos que lloran y nadie oye, aquellos que rugen como las puertas de un cementerio cuando me despierto.

Endémica de mi saliva arenosa,
de mi miel,
de mi hiel, y de mi tendinitis del supraespinoso.

Endémica de mis ausencias, de mi concupicencia, de mis dedos llenos de ruina y de lluvia, de mi paladar seco con restos de atún.

Endémica de mi sol,
de mis hamacas oxidadas,
de mis tardes de insomnio y de mis intentos frustrados de hacer el pino desde los ocho.

Endémica de mis ganas de hacerme mayor, antes,
y mis ganas de retroceder, ahora.

Endémica de mi, por que sí,
endémica de mi propia propiedad,
endémica de mis adentros, de mis tripas, de mi pasión por los gorriones, de mi odio hacia las golondrinas, de mi sangre salada, de mis juguetes rotos, de mi polla, de mis muestrarios de sonrisas, de mis bolígrafos olvidados, de los precipicios de mi ombligo, de mis noches amputado de una pierna y tres recuerdos...

Endémica de mi historia personal e intransferible,
tú, hoy, me perteneces.

1 comentario:

  1. Me perdí un poco entre jerga medicinal, por lo demás...
    Copiaré tu texto en mi libreta, es genial.

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