jueves, 31 de diciembre de 2009

El lamento de Portnoy.

¿Exagero? ¿Estoy contando todo esto como medio para presumir, para alardear? ¿Experimento realmente esta agitación, esta desazón, como una aflicción o como un logro? ¿Las dos cosas? Podría ser ¿O es sólo un medio de evasión? Mire, al menos no me encuentro a mis treinta y pico años encerrado en un matrimonio con una linda personita cuyo cuerpo ha dejado de producirme auténtico interés..., al menos no tengo que acostarme todas las noches con alguien, con quien, por regla general jodo más por obligación que por lascivia. Me refiero a la depresión como pesadilla que algunas eprsonas sienten a la hora de acostarse...Por otra parte, debo admitir que existe quizás, desde cierto punto de vista, algo un poco deprimente también en mi situación. Desde luego no puede uno tenerlo todo, así me parece al menos, pero la cuestión es: ¿Tengo algo? ¿Cuánto tiempo más voy a continuar realizando estos experimentos con mujeres? ¿Cuánto tiempo voy a seguir introduciendo esta cosa en los agujeros que se ponene a mi alcance..., primero este agujero, luego, cuando me canso de éste, aquel otro agujero... y así sucesivamente. ¿Cuándo terminará ésto? ¿Por qué debe terminar? ¿Por complacer a un padre y a una madre? ¿Por adecuarme a la norma? ¿Por qué tengo que estar tan a la defensiva de ser lo que honorablemente se llamaba hace algunos años un soltero? Después de todo no es más que eso..., soltería. Así que ¿Cuál es el delito? ¿Libertad sexual? ¿En estos tiempos? ¿Por qué tengo que doblegarme yo ante la burguesía? ¿Les pido a ellos que se dobleguen ante mí? Quizás es que tengo un cierto espíritu bohemio ¿es eso tan terrible? ¿A quién perjudico con mi lujuria? Yo no fuerzo a las damas, no las obligo a meterse en la cama conmigo. Yo soy, si se me permite decirlo, un hombre honrado y compasivo... ¡Pero por qué tengo que explicarme! ¡Por qué tengo que justificar mis deseos con mi Compasión y mi Honradez! También yo tengo deseos...,sólo que son interminables. ¡Interminables! Y eso, eso puede no ser una bendición, adoptando por el momento un punto de vista psicoanalítico. Pero todo lo que el subconsciente puede hacer, según nos dice Freud, es desear. ¡Y desear! ¡Y DESEAR! ¡Oh, Freud, yo lo sé muy bien! Ésta tiene unas nalgas preciosas, pero habla demasiado. Por el contrario, esta otra no habla nada en absoluto, al menos no dice nada que tenga sentido, pero, amigo, ¡sabe chupar! ¡Qué desterza! Mientras que aquí hay un encanto de chica, con los pezones más suaves, rosados y deliciosaso que he tenido jamás entre los labios, sólo que no quiere acostarse conmigo. ¿No es extraño? Y, sin embargo (cualquiera entiende a la gente), su placer es tener uno u otro de mis dedos índices cómodamente alojado en su ano. ¡Qué misterio es esto! ¡La infinita fascinación de estas aberturas y orificios! Ya ve, ¡simplemente no puedo detenerme! Ni ligarme a ninguna. Tengo relaciones que duran hasta un año, un año y medio, meses y meses de amor, tierno y voluptuoso a la vez, pero al final (es tan inevitable como la muerte) el tiempo pasa y la concupiscencia desaparece. Al final, simplemente no puedo dar ese paso hacia el matrimonio. pero ¿por qué tengo que darlo? ¿Por qué? ¿Hay alguna ley que diga Alex Portnoy tiene que ser marido y padre de alguien? Doctor, puede subirse al alféizar de la ventana y amenazar con arrojarse a la calle, pueden amontonar el Seconal hasta el techo, puedo yo tener que vivir semanas y semanas con el miedo de que esas chicas inclinadas hacia el matrimonio se tiren al paso de un tren subterráneo , pero es que, simplemente, no puedo, simplemente, no me es posible, concluir un contrato para dormir solamente con una mujer durante todo el resto de mis días. Imagínese: Supongamos que me lanzo y me caso con A con sus deliciosas tetas y todo eso, ¿qué pasará cuando aparezca B, que las tiene aún más deliciosas, o, en todo caso, más nuevas? o C, que sabe mover las caderas de una forma especial que nunca he probado; o D, o E, o F. Estoy intentando ser franco con usted, doctor, porque, con el sexo, la imaginación humana llega hasta Z, ¡y aún más allá! ¡Tetas y coños y piernas y labios y bocas y lenguas y ojos de culo! ¿Cómo puedo renunciara lo que nunca he tenido por una muchacha que por deliciosa y provocativa que en otro tiempo pueda haber sido, acabará siendo tan familiar para mi como una barra de pan? ¿Por amor? Qué amor? ¿Es eso lo que une a todas esas parejas que conocemos, las que hasta se toman la molestia de dejarse unir? ¿No se trata más bien de debilidad? ¿No es más bien conveniencia, apatía y culpabilidad? ¿No es más bien miedo, agotamiento o inercia, cobardía pura y simple, más, mucho más que ese "amor" en que los consejeros matrimoniales y los letristas de canciones y los psicoterapeutas están soñando siempre? Por favor, no nos vengamos con tonterías sobre el "amor" y su duración. Por eso es por lo que yo pregunto: ¿Cómo puedo yo casarme con alguien a quien "amo", sabiendo perfectamente que dentro de cinco, seis, siete años voya estar merodeando por las calles al acecho de una nueva y desconocida putilla, mientras mi fiel esposa, que me ha dado un hogar tan encantador, etcétera, sufre valientemente en silencio su soledad y su abandono? ¿Cómo podría yo enfrentarme a mis amantes hijos? Y, luego, el divorcio, ¿no? La manutención de los hijos. Los alimentos. Los derechos de visita. Maravillosa perspectiva, maravillosa.


EL LAMENTO DE PORTNOY. Philip Roth.

1 comentario:

  1. libertad, o algo así.
    Nuevo blog :)
    http://demasiadoefimero.blogspot.com/

    ResponderEliminar

Huellas