domingo, 31 de julio de 2011

Plátano o teléfono

Aunque no me preguntaste creo que deberías saberlo. Soy Celine y tengo este estúpido nombre francés porque mis padres jamás tuvieron demasiado dinero para ver París. Vivo en Vallecas y me encantaba creer en algo. Cuando termine de contarte todo esto, que no es poco, pero tampoco demasiado (si hablamos de cantidad, pero sí mucho, si hablamos de trascendencia, envergadura y contenido, y me reitero en lo de envergadura porque adoro esa palabra y deberías aplicártela) quizás necesites un teléfono, o un plátano, o las dos cosas.
Ayer me destrozaste el corazón y sólo tengo diecinueve. Eso fue justo después de mearte en mi boca. Un poco antes yo había pasado media tarde haciendo una lasaña de espinacas para dos. Eso ocurrió justo después de ir al super a comprar un vino de más de tres euros pero de menos de cinco; mucho después de levantarme sola en casa porque mis padres, tras veinte años de matrimonio por fin pueden ir cuatro días a besarse bajo la Torre Eiffel, comer Crèpes y ver tiendas de ropa que jamás podrían comprar ni aunque vendieran la mitad de sus órganos, todo ello mientras se dicen cuanto se quieren y cuán felices son de tener una hija como yo, un piso de sesenta metros cuadrados como este y un trabajo de mierda como el que tienen. Antes, mucho antes de levantarme, hace una semana en la biblioteca, tras el café y mientras preparaba mis primeros exámenes de medicina, te conocí mientras te hacías el culto leyendo a ese puto idealista alemán apellidado Hegel, y de nombre Georg Wilhelm Friedrich...
Cómo se que es altamente probable que mañana vengas a intentar engañar a otra pobre desgraciada e ingenua gilipollas y eres tan fetichista como me demostraste en la cama, te dejo la nota en el mismo libro, "Fenomenología del Espíritu", página 69 (para más inri), la misma que tenías abierta el día que me sacaste conversación hablándome del undécimo par craneal. Sí, mira en derredor, he acertado ¿verdad? Estás leyéndome...
Por cierto, si has llegado hasta aquí ya puedes suponer para que necesitas alguna de las cosas que te dije.
Aunque si necesitas ayuda, te lo aclaro sin problema. Puedes llamar a la policía si crees que estoy al borde del suicidio o puedes comerte un plátano disfrutando con la maravillosa escena de la lluvia dorada a la que me sometiste y la idea de que has reventado a una pobre idiota más. Otras opciones algo más probables son la de meterte el teléfono por el culo porque no voy a suicidarme por un tipo como tú; de paso puedes meterte el plátano también, con cáscara y después pelarlo y comértelo, ya me di cuenta de que después e follar te entra hambre y tienes prisa por largarte al Mcdonalds y no volver...
Ah, se me olvidana, estoy detrás de la columna, al lado de la sección de Atlas de anatomía, estoy ahora mismo viendo tu cara de gilipollas mientras miras a tu alrededor buscándome. Y para despedirme, no quiero que pienses que te escribo desde el odio, que conste, pero MUÉRETE.

jueves, 28 de julio de 2011

Playas sin mojito, sin fuego, con delirio.

Los rescoldos de las cruces ardientes se fundirán pronto con la arena de playa. Llegará luego un solitario arquetipo o un arquetipo de solitario con sombrero de paja y chanclas de esparto y apagará de manera grandilocuente los restos del fuego con una solemne meada de cerveza. Los ruidos de tambores se perderán entre lo escarlata del cielo. Las olas bañaran los agujeros de las caracolas como quien lame un ombligo. Olerá a brisa y a coño, a beso y a cieno, y cuando hayamos caído en la cuenta de que ya no hay Sol, ni neveras llenas, ni fuego, sólo entonces, al abrazo de los quejidos y crujidos de los veleros, cuando nos someta la oscuridad justiciera e inerte, cuando obviemos el hecho de que el naranja y el rojo son más sangre que colores y más compañía que misterio, sólo entonces, repito, seremos conscientes de que para estar realmente solo has de despegar los pies del suelo y de que para estar muerto no sólo hay que estar frío.

viernes, 22 de julio de 2011

El tiempo se acaba

Escarlata ha descuidado sus brazos, ya no tiene miedo a saquearse las heridas de balas con los propios dedos o los impropios cuchillos como Rambo.
Anaïs ha esnifado escorpiones porque quería superar las rayas de hormigas de Ozzy Osborne.
África no ha movido pieza después de la fractura de sus puzzles.

Yo observo a las tres desde lejos con cara rara.

El sol cubre incluso a las sombras. El verano lo posee todo. Una de ellas coge un cigarro y fuma impune. Otra de ellas apaga los ratos de miedo.

El tiempo se acaba.

jueves, 21 de julio de 2011

Canciones

Mi cabeza tiene decenas de miles de canciones que nadie ha cantado, y todas hablan de ti, y todos sus acordes suenan al chasquido de tus muslos al pasar por mi vera...

jueves, 14 de julio de 2011

Ojazos

Decía un conductor de trenes que la vida sigue y no te espera, ni siquiera a ti ojazos, que con la mirada destruyes el aire.

martes, 28 de junio de 2011

Sus olvidos mediocres (sus de ellos y ellas)

Defecarte en las tristezas de la gente que se jacta de su mediocridad y que odia montarse en las nubes para intentar tocar el Sol. Son cosas de tarado, de meditabundo, de raro, de taciturno al que le duelen las muñecas de echarse pajas pensando en pianos de cola.
Meterte en la bañera blanco huevo atestada de patitos amarillos y restos de gel con los vaqueros puestos, el agua que rebosa, y el no pensar en los vecinos porque si todo marcha como debe marchar, las venas serán la única delgada línea que separe el arrojo de la cobardía. Y nadie va a volver a llamar a la puerta enfadado. No más pizzas que llegan tarde, ni más libros del círculo de lectores. Esa puerta no van a golpearla jamás hasta que la sangre se cuele por el sumidero de sus olvidos.

jueves, 9 de junio de 2011

Alemanas de brazos tatuados que no dicen adiós después de follarte de manera impune

Todo era raro alrededor.
Olor a sudor, a gangrena, a sexo anal y a minas de azufre.
Todo, absolutamente todo, lleno de ese sabor a dolor salado como cuando lames un cuchillo jamonero.
Sangre en-cerrada en compartimentos estancos de humo. Alcohol de graduación elevada casi tanto como tus expectativas hacia lo que pudo ser y no fue.
Maniquíes que fueron fotos, ahora son vacío lunar.
Un cuaderno de sudokus a medio terminar, pasatiempos, sopas de letras con la tapa llena de polvo. Un lápiz Staedtler sin punta y un trozo de papel higiénico que tiene como dueño una eyaculación usada como anestésico o como amnésico (ambas cosas sirven).
Es delgada la línea que separa al hombre latente del objeto plástico.

¿Por qué mientes? o acaso debería preguntar por qué ignoras a la verdad adrede mirando a los ojos de quien te toca los huesos.
La truculencia de tu juego de mujer enseñando muslo y la parte oscura del pulmón.
Hay veces en que a uno sólo le queda la violencia sentimental cuando ya el silencio autoinstaurado no da más de sí y no funciona.

Desparramados sonoros. Truculencia de tu libido púbica.

Tropiezo con la pata del sofá. Golpe con la esquina de la mesa. Se rompe un plato, que a su vez rompe un vaso, que a su vez raja una muñeca que sirve de excusa para desangrar un corazón.

Sin utensilios útiles para seguir adelante. El orgullo no sirve, tampoco los muebles, las fotos o la lamentación, menos aún los zapatos. Nadie excepto su vuelta puede hacerte andar, propulsarte adelante de cualquier forma: hablo de arrastrar cuerpos propios, arañar el suelo, hacer de las rodillas los tobillos.

A Hugh Hefner le hubieran dado ganas de despeñarse al vacío. A ti, sin embargo, sólo te dan ganas de matar al mundo con un ejemplar de "Las teorías salvajes", de pensar peligrosamente para no crear nada bueno y mucho por recordar. De follar tiestos y de lanzar macetas, de tocar la herida de guerra de un halcón apartando plumas, de meter los dedos hasta el fondo de un coño en la barahúnda de un festival de electrónica y MDMA.

Una aventura sexual con tatuajes en los brazos: motivos japoneses y frases en alemán.
Un cabello rubio que no para de hablar de "Wittgenstein" y los siete aforismos de Tractatus. Sonrisa de trapecista confiado.
Su enorme teta derecha poseyéndolo todo, hasta tu ejemplar de "Los hermanos Kazamarov" en la mesilla de noche.

Imágenes sesgadas.

"Gold Panda".

Sólo recuerdo que no he de recordar.

Maldito ron. Malditos humanos. Malditas pecas. Maldito yo y mi sino...