Tantas latitudes y desprendimientos de horizonte.
Tantos poemas en blanco y negro, o solo en negro.
Tantos intentos e ilusiones de jinete que cabalga con furia para vencer la muerte del sexo y el sino del hombre inexorablemente solo, el miedo a las paredes blancas, quietas y frías.
Hace unos veranos, en la parte trasera del coche mirando el estrecho partir el agua en millones de recipientes cercanos a la gota y lejanos de la lágrima. Revolcándonos como cerdos, sudando como esquimales en una cama de fuego. Su melena rubia crecida en forma de parábola como los nervios de un sauce llorón y con el dulce color entre tostado y horizonte isleño de un bizcocho de limón recien horneado. Sus paletas blancas como dos quesitos arañándome emulando juegos de gatitos. El sudor perlado dando apariencia de corte a los huesos.
"Hay que hacer de cada instante un acto poético" Siempre lo recuerda a su lado o cuando pasadas las doce su cuerpo de esponja es comandado por el timón del alcohol. A veces suelo reverenciarla demasiado y lo cambio todo por "Hay que hacer de cada instante un acto lunar e inalcanzable".
Hace unos veranos, en la parte trasera del coche mirando el estrecho partir el agua en millones de recipientes cercanos a la gota y lejanos de la lágrima. Revolcándonos como cerdos, sudando como esquimales en una cama de fuego. Su melena rubia crecida en forma de parábola como los nervios de un sauce llorón y con el dulce color entre tostado y horizonte isleño de un bizcocho de limón recien horneado. Sus paletas blancas como dos quesitos arañándome emulando juegos de gatitos. El sudor perlado dando apariencia de corte a los huesos.
Las memorias son heridas que nunca dejan de manar pasado.
Hace menos, otra noche de Jazz y frío, su perfil de marrón barro orientado al sudoeste buscando las antípodas se bañaba a intervalos de blanco y perla como una cubeta de nieve.
Menos aún, una melena negra llena de cesped. Olor a campo, a escondites, a rocío en la vagina.
Todas esas imágenes son retratos a carboncillo, con grises nocturnos, con blancos estelares.
Menos aún, una melena negra llena de cesped. Olor a campo, a escondites, a rocío en la vagina.
Todas esas imágenes son retratos a carboncillo, con grises nocturnos, con blancos estelares.
Poemarios de cuerpos y compendios de lunares que no siempre pertenecen a la misma persona pero que siempre son rociados por la misma luz...
Le debo tanto a la Luna...y tampoco a cada una de ellas...
Magistral, como de costumbre!
ResponderEliminarFelices fiestas!!
Esto es una puta delicia.
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