jueves, 15 de diciembre de 2011

Con I de intermitencias

Aparece y desaparece como un melancólico Sol de invierno. Me arrastra hacia el fondo como una tonelada de frío acero anclada a un tobillo. Luego me besa, o más bien me chupa la boca y me insufla millones de moléculas de oxígeno elevadas al cuadrado. Me llena las venas de té rojo. Me hace levitar, me saca del agua, de la tierra, del cielo, del cosmos conocido. Desaparece de nuevo sin dejar huellas ni restos de hielo y caigo a plomo. Suena el estrepitoso ruído de un cuerpo hueco que revienta las superficies compactas del no-olvido. Suena un eco puerco de un recipiente que quiere ser llenado de rizos negros.
Vuelve a aparecer con letras, las manos llenas de ellas. Me habla de mi y acierta, y me deja con cara de idiota consumado, de asceta, de lampiño hombre terráqueo que se niega a creer en la coincidencia de las mentes en un mismo espacio-tiempo.

Se marcha con mis ojos, no deja nada a cambio. Y sin embargo no la maldigo, ni la sentencio, ni la sacrifico en mi memoria, ni la olvido. Después de todo la entiendo. Lleva parte de mi. Ha crecido dentro de pellejos como el mio que ahora suelen llamar piel. Busca sin cesar y no encuentra. Blasfema a la almohada y se refugia entre bramidos a seres superiores que no existen. Agazapa sus dedos entre la manualidad tediosa y sacrificada, pero fructífera y provechosa. Esconde sus muslos entre torrentes de libros y cosas que entender para no entenderse a uno mismo, para salir victorioso en la batalla del interrogante-crecimiento, batacazo-fénix.
En el fondo, o más bien en la superficie y en el fondo, somos jerseys de un mismo telar. Telas frías que no dan resguardo a nadie. Telas que huelen a polillas pero que cuando se rozan, hacen saltar la chispa cósmica del origen pasional conocido.
Se encarama a

2 comentarios:

  1. Lolo sonríe al leer lo que Isabel imagina de él. Se sonroja mínimamente, es más un colorete fugaz, al sacar la conclusión de que Isabel tiene una imagen de él algo metódica. No es para nada tan ordenado. No mide tanto las palabras. Le gusta crear y no mirar atrás. No releer demasiado. No corregir. Lo que salga salió. Lolo quiere confiar en sus instintos, debe de hacerlo. Se entrena para ello y le encanta. Lolo se para a pensar. Isabel le dió que pensar. ¿Hasta que punto es ordenado? ¿hasta que punto se preocupa por la forma y no por el contenido? ¿Estética y superficie? ¿Caos y profundidad? Cuando se adentra demasiado en si mismo suele perderse. Siempre se vió como un jodido y puro contraste. Simple a priori, tremendamente complejo a posteriori. A veces le da miedo plantearse cosas porque odia tener la sensación, tras divagar, de que anda más perdido que al principio (aunque en el fondo sabe que es dudar es conocimiento). Odia tenerlo todo claro y de repente experimentar que nada está tan claro, que no se conoce ni una pizquita. El caso es que entre letra y letra ha llegadoa la idea de que está en el unto intermedio del orden. Que su via son ciclos y polos. Es muy polar, muy 10 o 0, muy negativo o positivo, aunque en el orden cree mantenerse en un cierto equilibrio. Un tipo normal diría yo, aunque quiera verse como raro para desvancarse de todo aquello que ve a su alrededor y no le gusta.

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  2. La idea de Amor como paliativo de la soledad individual es algo que ya había pensando algunas veces. Muchas de esas veces la refutó más por tristeza que por falta de fundamentos. Le da pena saber que puede ser verdad. Lolo es solitario, le gusta quererse sin llegar al onanismo más vacío y absurdo. Le gusta disfrutar de si mismo, de sus momentos con connivencia con el universo con un conciencia como única arma plausible, cómo única herramienta hacía la felicidad. Ya aprendió la lección del autoestima y el amor a uno mismo. Ya aprendió que hay que ser feliz con lo que somos antes de buscar la felicidad en el resto. A Lolo le duele en cierta forma el hecho de que a veces necesite de un cuerpo ajeno para rellenarse un poco por dentro, pero es el sino del humano, al menos eso quiere pensar para no llenar de desazón todas sus ensaladas. Una buena charla una noche estrellada. Un nuevo punto de vista. Por mucho que nos rellenemos de nosotros, de nuestros libros, de nuestros viajes, siempre acaba habiendo un resquicio para otro alma libre que te descubre una nueva visión del mundo y que te agarra de la mano haciendo sentir de una vez materia interestelar.

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