jueves, 28 de julio de 2011

Playas sin mojito, sin fuego, con delirio.

Los rescoldos de las cruces ardientes se fundirán pronto con la arena de playa. Llegará luego un solitario arquetipo o un arquetipo de solitario con sombrero de paja y chanclas de esparto y apagará de manera grandilocuente los restos del fuego con una solemne meada de cerveza. Los ruidos de tambores se perderán entre lo escarlata del cielo. Las olas bañaran los agujeros de las caracolas como quien lame un ombligo. Olerá a brisa y a coño, a beso y a cieno, y cuando hayamos caído en la cuenta de que ya no hay Sol, ni neveras llenas, ni fuego, sólo entonces, al abrazo de los quejidos y crujidos de los veleros, cuando nos someta la oscuridad justiciera e inerte, cuando obviemos el hecho de que el naranja y el rojo son más sangre que colores y más compañía que misterio, sólo entonces, repito, seremos conscientes de que para estar realmente solo has de despegar los pies del suelo y de que para estar muerto no sólo hay que estar frío.

1 comentario:

Huellas