martes, 20 de enero de 2009

Mamá, de mayor quiero ser Cowboy

Mamá, de mayor quiero ser Cowboy, y me da igual lo que pienses, lo he decidido y me da exactamente igual. Y que sepas que no es por el caballo, ni mucho menos, ya sabes que se me da fatal montar, que odio el olor de una crin en días de lluvia y que tengo más miedo a caer de lomos de un caballo que a mirar desde un brutal rascacielos. Seguro que estás pensando que si no es por el odioso caballo ha de tratarse del revolver, pero no, te vuelves a equivocar, ya sabes que odio el olor de la pólvora y el sonido punzante de la bala al deslizarse por el cañón, y mucho peor, al agujerear la carne. No mamá, sería un cowboy pacífico, lo sabes bien. No es tampoco por usar una cuerda para atar a las vacas en carrera y llevarme trofeos siendo aclamado por todo el Sur; tampoco se trata de poner cara de chico malo apoyado en balaustres de madera anciana, ni de masticar tabaco como pensando en el infinito y sintiendo “ninguna parte”. Tampoco es por beber güisqui ardiente en vasos de chupito de un solo trago, o por llevar botas que suenan a claqué barato, ni cinturones que pesan más que el dolor de las pérdidas. No mamá, cuánto te equivocas conmigo, ya sabes que no me gusta poner cara de malo ni usar palillo de dientes trece horas al día incluso antes del desayuno. Y también sabes que detesto lavarme en pilas de agua fría o tener que pedir cubas de agua caliente al posadero para afeitarme la barba y los intersticios de la memoria árida. Y por supuesto, seguro que no olvidas mi malísima orientación en espacios abiertos, que ni con migas de pan se donde me he dejado el corazón dos besos antes.

Ya ves, no es por nada de eso mamá, por nada de eso…

Todo esto lo hago por el sombrero mamá. Sí, como lo oyes, por el jodido sombrero. Debes de pensar que tu hijo es un tarado, y quizás (por no decir probablemente) lleves razón, pero de mayor quiero aprender a llevar el sombrero sin miedo a que un huracán lo arrastre hasta la luna. Quiero no tenerle miedo al verano, quiero oler a cuero 365 días al año, 24 horas al día, quiero dejarlo sobre la silla y encontrarlo allí siempre al despertar a falta de un buen cuerpo de guitarra, quiero que la sombra vaya siempre conmigo, porque no hay nada más importante en la vida de un hombre triste que estar siempre bajo un buen pedacito de sombra para llorar sin que el sol lo vea, y agachar el ala del sombrero para que nadie sepa que las lágrimas van directamente de la mejilla al corazón, donde deben guardarse, ni más, ni menos.

1 comentario:

  1. No creo que vayas a ser consciente en tu jodida vida de lo que te odio, sí, te odio. Vuelves a regalarte y ni siquiera te da por avisarme. Así vamos mal pequeño, muy mal...

    PD: Da gracias de que me encante comparar tu compatibilidad conmigo en last xD

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