jueves, 6 de octubre de 2011

Qué más da

Un hombre se levanta cualquier día a cualquier hora y de repente al levantar la persiana siente unas ganas enormes de llorar, pero no está triste.
Ese mismo hombre, se va a comprar fruta y en la cola siente que necesita explosionar de manera nuclear sobre el pecho de otra persona cuyo calor amortigüe todo lo que él ha de donarle al mundo antes de marcharse.
Tras comprar unos cuantos plátanos, un kilo de naranjas y unas manzanas; vuelve a casa; pone un buen disco; se tumba; mira el techo.

Las ganas de llorar no desaparecen. Las ganas de explotar aumentan.

Decide entonces hacerle saber a todo el mundo que quiere, que realmente los quiere. Mails, mensajes, cartas y una llamada...

"Estoy aquí, jamás me fuí, quiero llorar de alegría pero no puedo, me falta algo, me falta alguien, creo que me falta un perdón tan grande como tu mano en mi hombro"

Y tras esto, cuelga. No espera respuesta, Ha escuchado el aliento. Sabe que ese perdón ya existe.

El hombre prueba ahora a hacer un batido de frutas, pero los plátanos están demasiado maduros. Decide bajar para cambiárselos al frutero. Sale del bloque. Cruza la carretera. Un hijo de puta va demasiado rápido para este mundo. Le pasa literalmente por encima dejándolo irreconocible.

Mi moraleja es que yo era ese tipo hoy pero no he ido a por fruta. Mi moraleja también podría ser que hoy he pedido perdón a varias personas y me siento en paz y odio las motos que corren demasiado y hacen aún más ruído. Mi moraleja es que estoy seguro de que la tía de esta historia no perdonó al tipo que inventé, porque en la vida real hay días grises para unos y tostados para otros, pero da la puta casualidad de que no nos solemos poner de acuerdo en los colores. Y si en mi moraleja final la mujer no lo perdona, pero él cree que lo perdona, qué más da...Un idiota feliz más, un problema menos.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Cuando no quedan cuandos...

Las arrugas de tu pubis marcan todos tus malos polvos, como los anillos de un viejo árbol gruñón.
Los disgustos, las lamentaciones y las fugas se instalan en los pomos de tus puertas que chirrían.
Ya no piensas en cuandos sino en comos.
Recuerdas los tiempos mejores que siempre fueron pasados, como suelen decir las canciones. Recuerdas cuando tú única locuacidad era el verbo arañar,
y tu piel se simplificaba en caricias o puñales. Sin términos medios.
Cuando tu saliva no encontraba exclusas ni excusas.
Cuando tus zumos eran todo pulpa y tu jamón todo tocino.
Cuando me llamabas por mi nombre y me olvidabas por mis apellidos.
Cuando tu bicicleta no necesitaba candado en mi terraza ni tu taza de café una cuchara extra de azúcar.

Ahora todo son rodeos. Ahora das asco.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Clases de miedo sentimental y otras mierdas

Primera lección para el derretimiento polar: Llorar por la borda y planear desbandadas subterráneas no ayuda a la desintegración del caparazón del miedo. No sirve absolutamente para nada.

Segunda definición de miedo: incapacidad atemporal provocada por límites ficticios creados por pretensiones equivocas y mujeres demasiado exactas y cercanas a la perfección circular de las curvas del 0.

Tercera conclusión sobre los límites sentimentales del acero: El límite, finito por tanto, de todo acero incrustado en el cuerpo de un hombre, es directamente proporcional a sus ansias por derretirlo follando.

Cuarto desarrollo balístico sobre la convivencia y conveniencia de dos torpedos muertos de miedo entre las mismas cuatro paredes: "Porque tú, cohete teledirigido por mi propia historia maxilar hasta más dentro de la boca, y porque yo, misil de tierra-aire que siempre, desde bien chiquito, quiso ser un arma submarina para explosionar tus caderas de arcilla a través del fluido del coño, somos ambos dos armas necias y obtusas, anticuadas, inermes, únicamente dinamitables para la propia piel de uno, estériles para provocar la combustión y el fuego del que le rodea.

Esa explosión egoísta nos convierte en dos Cadillacs solitarios, rojos y descascarillados, con el hueco del casette robado justo en la zona del pecho y el salpicadero lleno de marcas de barro de colocar los pies mientras se folla como vectores de fuerzas en una ecuación sobre nidos de gaviotas y aviones, descompresión polar y ruidos de adioses".

Quinto resumen sobre el derecho de todo ser humano a hacer el idiota sin pistolas cargadas y con costillas quebradas:


  1. Derrámate sobre mi ombligo como una foca en un lecho de algas.
  2. Supúrame unos ilíacos crujientes en un vaivén de caderas. 
  3. Atraviesa la línea que separa tu diversión de mi cuerpo vencido.


domingo, 4 de septiembre de 2011

La negación como escudo. Las catapultas de mierda como armas. La carrera como modo de vida. El abismo como morada. El vino como agua. El sapo como mascota. La poesía como máscara. La gabardina como fondo de armario. El helado como brasero. La intuición como buhardilla llena de polvo. La honestidad como rueda quemada. El impulso como colilla. La originalidad como lo que pudo ser bajo un escroto. El submarinismo como salto en paracaídas. Las botas de agua como chanclas.
Todavía queda mucho para terminar, mucho para empezar, y eso que dicen que ya no hay estaciones aunque comienza a llover el otoño.

sábado, 27 de agosto de 2011

Reloj tetrapléjico

Mi cuerpo es un pantano de sal y tendencias insatisfechas de olvido. Catedrales de hedor y placer se desprenden de las bóvedas de mis huesos.
Tipos gordos enganchados al Counter Strike que pasan setenta y dos horas jugando a base de pollo al crujiente de corn flakes y rayas de speed con guaraná.
El sudor mana como lava de un tintero, sin raíles, sin curso, sin frenos. Realmente no se si sudo, me descompongo o estoy llorando.
Historias de tipos que les sacan los dientes a los gatos para usarlos como máquinas de felaciones.
El fluído de sales se ancla a mi reloj barato que no resiste al agua pero si a las ganas de mover ficha. Yo sigo saltando.
El sudor entra, cortocircuita primero los segundos, luego los minutos, las horas, revienta la alarma. Un rato después he retrocedido quince horas de mi vida.

La gente me mira atenta o me rodea una gran tensión y dilatación pupilar.

La música no suena, destruye.

Historias de tipos que toman pastillas para que no le crezcan más las alas.

viernes, 19 de agosto de 2011

El día D

El día que deje de quererte será el que más me necesites.

Esa frase se dice, dirá y ha dicho en decenas de sobremesas de sandía y lentejas.

El día que deje de quererte, ese día, ese maldito día...

viernes, 12 de agosto de 2011

Conrad dijo al oído de Elliot: "Cuánto menos te encuentro, más me pierdo"

Julietté miro a Celíne. Nadie entendía nada. La amistad en aquellos momentos era vino de sibaritas, actos pueriles de adolescentes muy drogados.

Y sin embargo todo siguió igual, el inexorable baile de estrellas, la piña en Honolulú, las lámparas de papel sin estantes apoyadas sobre libros y esas extrañas convicciones de que no creer en el amor nos hace más fuertes, y estar repleto de amigos nos hace menos miserables.