No se por qué escucho "Last day of summer" el último día del año. Últimamente vivo en unas antípodas constantes y salvajes. Cago saliva y trago mierda. No hay que ser muy listo para saber que o algo no funciona, o todo va demasiado bien.
No más cubatas en vaso de tubo. No más de esas chicas que son todo hoyos perfectos pero interminables, perdidos.
Y mientras miro la calle recien llovida a través de la ventana de mi habitación, pienso en todo lo que quise ser y no fui, en todos los propósitos y despropósitos, en todas las mitades que no completé este último año, esta última vida.
Quizás el que más me duela sea ése, sí, justo ese, el no poder mirar atrás y decir que me arrepiento...
viernes, 31 de diciembre de 2010
miércoles, 29 de diciembre de 2010
Diez minutos, apio, abrigo y un suicidio.
Ante mi un reto. Tengo diez minutos exactos de reloj. La batería del portátil da sus últimos coletazos y el cargador está lo sufcientemente lejos como para no moverme de la cama. Pretendo escribir algo medianamente consistente, medianamente simpático o suficientemente incoherente como para que me guste.
Para empezar hace frío, se han acabado los yogures de coco y yo me cago en el romanticismo. Todo ello llena mis dedos de visceralidad por partes iguales. La chica de The Cure pasa de mi. Y yo tengo ganas de escuchar a Chaouen, pero algo en castellano me distraería. Tengo nostalgia de las playas de cádiz, pero esa no es la historia que pretendo contar. Por oytra parte me apetece realmente Patrick Watson pero sin embargo escucho Mayan Factor, que me dan más fuerza, y al no ser muy conocidos me hacen sentir alguien cool-elitista y con criterio, aunque sólo me quede un poco en la suela del zapato. Mi madre anda enfrascada en unas uvas rojas rellenas de crema de queso y unas tartaletas con nosequehistoriadeapiopuerroycalabacínalhorno. Padre ha ido a comprar el pan. Definitivamente llevo mucho tiempo viviendo sólo y no me acabo de acostumbrar a esto.
Una tia se ha intentado suicidar en el edificio de enfrente esta mañana tirándose desde un cuarto. Según dicen tenía problemas económicos, aunque en la frutería, mientras hacía cola para comprar los puerros, el apio y el calabacín para mamá, he escuchado que era por que el marido la engañaba con Chari la del estanco.
Yo creo que se ha intentado matar simple y llanamente porque estaba triste. Me la pelan los motivos. En realidad también me la pela que se haya intentado quitar del medio, para que engañarnos. No la conocía. Sólo me jode en cierta forma porque paso demasiado por esa misma acera contra la que ha reventado sus costillas. Ahora siempre miraré hacia arriba.
Si te paras a pensar el mundo últimamente es eso. Gente que se tira, y gente que se tiran unos a otros, por balcones o en la cama. Lascivia, egoismo y que te jodan si te quedas sin sitio, yo he llegado antes y no voy a dudar aunque lleves muletas.
¡Hijos de perra, qué están haciendo conmigo!
Decidido, mi buena acción del día será comprar unos dulces y regalárselos a la amable señora que me ha arreglado la cremallera de mi abrigo favorito sin cobrarme nada...Quiero aparentar al menos que aún me queda un pedazo de corazón sin pudrir. En el fondo, no todas las patatas queremos ser parte del mismo saco.
Para empezar hace frío, se han acabado los yogures de coco y yo me cago en el romanticismo. Todo ello llena mis dedos de visceralidad por partes iguales. La chica de The Cure pasa de mi. Y yo tengo ganas de escuchar a Chaouen, pero algo en castellano me distraería. Tengo nostalgia de las playas de cádiz, pero esa no es la historia que pretendo contar. Por oytra parte me apetece realmente Patrick Watson pero sin embargo escucho Mayan Factor, que me dan más fuerza, y al no ser muy conocidos me hacen sentir alguien cool-elitista y con criterio, aunque sólo me quede un poco en la suela del zapato. Mi madre anda enfrascada en unas uvas rojas rellenas de crema de queso y unas tartaletas con nosequehistoriadeapiopuerroycalabacínalhorno. Padre ha ido a comprar el pan. Definitivamente llevo mucho tiempo viviendo sólo y no me acabo de acostumbrar a esto.
Una tia se ha intentado suicidar en el edificio de enfrente esta mañana tirándose desde un cuarto. Según dicen tenía problemas económicos, aunque en la frutería, mientras hacía cola para comprar los puerros, el apio y el calabacín para mamá, he escuchado que era por que el marido la engañaba con Chari la del estanco.
Yo creo que se ha intentado matar simple y llanamente porque estaba triste. Me la pelan los motivos. En realidad también me la pela que se haya intentado quitar del medio, para que engañarnos. No la conocía. Sólo me jode en cierta forma porque paso demasiado por esa misma acera contra la que ha reventado sus costillas. Ahora siempre miraré hacia arriba.
Si te paras a pensar el mundo últimamente es eso. Gente que se tira, y gente que se tiran unos a otros, por balcones o en la cama. Lascivia, egoismo y que te jodan si te quedas sin sitio, yo he llegado antes y no voy a dudar aunque lleves muletas.
¡Hijos de perra, qué están haciendo conmigo!
Decidido, mi buena acción del día será comprar unos dulces y regalárselos a la amable señora que me ha arreglado la cremallera de mi abrigo favorito sin cobrarme nada...Quiero aparentar al menos que aún me queda un pedazo de corazón sin pudrir. En el fondo, no todas las patatas queremos ser parte del mismo saco.
domingo, 26 de diciembre de 2010
Moderno
Cómprate un piano de cola, a poder ser un "Steinway". Gasta cuarenta mil euros, cincuenta mil, algo más, no importa, papa tiene, papa manda, pero papa no abraza. Luego colócale una pegatina de Batman en todo el centro. La vida no importa una mierda. Sáltate las reglas, eres un moderno, un puto hipster.
Llevas siempre un ejemplar de "Vice" en la mochila, y siempre que puedes citas a Bukowski o hablas de la Nouvelle Vague. Si te preguntan cuál es el mejor disco de la historia de la música, dirás que dudas entre "Revolver" de los "Beatles" o "Dark Side of the Moon" de los "Pink Floyd", pero en el fondo piensas en "Jagged Little Pill" de "Alanis Morrissette".
We stopped checking for monsters under our bed because we realized they were inside of us.
Mama no cocina para ti. Tu hermana no te cuenta su primer polvo. Tienes un sotano lleno de posters guays de gente guay haciendo cosas guays. Allí fumas, te masturbas, bebes vino, intentas entender.
El hombre moderno como una máquina perfecta de silencios. Un muñeco de trapo repleto de remiendos, jirones y cicatrices de carne amarga.
Hoy conduces a ciento ochenta kilómetros por hora mientras escuchas Charlie Big Potato. Lloras, gritas, nadie puede verte, no has de pretender por más tiempo, ahora no. Curva cerrada. Un flash de imágenes. ¿Y si no giro? ¿Y si sigo recto? Nada puede pasarme. Puedo volar. Con esta música estoy seguro de que soy inmortal. En el último momento frenas, reduces, tomas la curva por los pelos. Media rueda en el asfalto. Olor a quemado. La idea del suicidio como idea de salvación, liberación, plenitud. Los más grandes lo hicieron jóvenes ¿por qué tú no? ¿Por qué seguir?
"If I can't be my own, I'd feel better dead" Nutshell, Jar of Flies. Alice in Chains.
Vuelves a casa. Sudas muchísimo. Pillas a mama dándose el lote con su profesor de pádel. "Puedo explicártelo cariño". No hay nada que explicar.
Estas mierdas no sólo pasan en "Historias del Kronen". Puedes teñirte de minio la caja torácica, pleuras y corazón incluido, y no por eso vas a aumentar los caballos con los que sientes los días de otoño.
La vida es como la escalera de un gallinero: corta y llena de mierda. Historias del Kronen.
Llevas siempre un ejemplar de "Vice" en la mochila, y siempre que puedes citas a Bukowski o hablas de la Nouvelle Vague. Si te preguntan cuál es el mejor disco de la historia de la música, dirás que dudas entre "Revolver" de los "Beatles" o "Dark Side of the Moon" de los "Pink Floyd", pero en el fondo piensas en "Jagged Little Pill" de "Alanis Morrissette".
We stopped checking for monsters under our bed because we realized they were inside of us.
Mama no cocina para ti. Tu hermana no te cuenta su primer polvo. Tienes un sotano lleno de posters guays de gente guay haciendo cosas guays. Allí fumas, te masturbas, bebes vino, intentas entender.
El hombre moderno como una máquina perfecta de silencios. Un muñeco de trapo repleto de remiendos, jirones y cicatrices de carne amarga.
Hoy conduces a ciento ochenta kilómetros por hora mientras escuchas Charlie Big Potato. Lloras, gritas, nadie puede verte, no has de pretender por más tiempo, ahora no. Curva cerrada. Un flash de imágenes. ¿Y si no giro? ¿Y si sigo recto? Nada puede pasarme. Puedo volar. Con esta música estoy seguro de que soy inmortal. En el último momento frenas, reduces, tomas la curva por los pelos. Media rueda en el asfalto. Olor a quemado. La idea del suicidio como idea de salvación, liberación, plenitud. Los más grandes lo hicieron jóvenes ¿por qué tú no? ¿Por qué seguir?
"If I can't be my own, I'd feel better dead" Nutshell, Jar of Flies. Alice in Chains.
Vuelves a casa. Sudas muchísimo. Pillas a mama dándose el lote con su profesor de pádel. "Puedo explicártelo cariño". No hay nada que explicar.
Estas mierdas no sólo pasan en "Historias del Kronen". Puedes teñirte de minio la caja torácica, pleuras y corazón incluido, y no por eso vas a aumentar los caballos con los que sientes los días de otoño.
La vida es como la escalera de un gallinero: corta y llena de mierda. Historias del Kronen.
viernes, 24 de diciembre de 2010
Made in China.
Todo esto es made in China.
No te engañes.
Superficial.
Chapa y chatarra.
Puedes creerte impulsivo por mandar mensajes a esa chica a las cinco de la mañana pero sólo la estás cagando. No se trata de desnudarse. Se trata de que te paguen por hacerlo.
Cantas Marwan, Luis Ramiro, Milek Izal, aprendes a tocar la guitarra porque te recuerda a su cuerpo. Fuck that, más de lo mismo. Ni paraguas, ni chubasqueros...
Sacacorchos y bolígrafos, imbécil.
No te engañes.
Superficial.
Chapa y chatarra.
Puedes creerte impulsivo por mandar mensajes a esa chica a las cinco de la mañana pero sólo la estás cagando. No se trata de desnudarse. Se trata de que te paguen por hacerlo.
Cantas Marwan, Luis Ramiro, Milek Izal, aprendes a tocar la guitarra porque te recuerda a su cuerpo. Fuck that, más de lo mismo. Ni paraguas, ni chubasqueros...
Sacacorchos y bolígrafos, imbécil.
domingo, 19 de diciembre de 2010
Poesía destrozada del cosmos pelirrojo en fase REM
Hipnagogia del querer, besos noctámbulos,
jarrones rotos y un tipo de 1'93 hecho trizas.
Remembranzas de Rembrandt, "Andrómeda encadenada a la roca",
y tú comes pan con queso Gouda
mientras actúas como si el ahora fuera otra ropa de muda.
Catarsis de las cicatrices que sangran despertar,
azucenas (incluso en invierno), olor a sandía en los muslos,
tu pelo plomizo como millones de cosmos de azufre,
tus pecas salpicadas (dulce albedrío de lentejas),
tus vinilos de colección,
la sombra de mi pene,
la vacuidad de un "te quiero" atrapado en un laberinto de espejos.
Amputación del yo, sin paliativos.
Implantación del tú, a raja tabla.
Ahora me vendrás con milongas, con historias de tango,
que si me quieres, que si me hieres, que si me pierdes, que si me fugas.
Pretenderás que te lo rime todo yo, que le busque las lógicas, las comas.
No te das cuenta que siempre has sido de Benedetti y yo de Girondo,
que yo soy de naranja y tu de violeta.
Que tú eres de caricias y yo más de que me la chupen.
Salto al vacío mi putita naif, Nowhere is waiting.
Salto y despeño. Tobillos fracturados, conciencias rotas.
Porque la distancia insalvable del acantilado,
de las palabras (dichas y no ejecutadas),
de los escombros,
de las borrascas y ventiscas, o viceversa,
de las canciones no equidistantes como "Boiler" y "Hurt".
de dos personas separadas por una longitud exponencialmente proporcional a la fuerza iracunda con la que agitan sus manos diciendo "adios".
Toda ese espacio intermedio es la carrera de galgos que nos separa para siempre.
*Hay que ver lo que jode despertarse a mitad de la noche, con la boca seca y la entrepierna dura.
jarrones rotos y un tipo de 1'93 hecho trizas.
Remembranzas de Rembrandt, "Andrómeda encadenada a la roca",
y tú comes pan con queso Gouda
mientras actúas como si el ahora fuera otra ropa de muda.
Catarsis de las cicatrices que sangran despertar,
azucenas (incluso en invierno), olor a sandía en los muslos,
tu pelo plomizo como millones de cosmos de azufre,
tus pecas salpicadas (dulce albedrío de lentejas),
tus vinilos de colección,
la sombra de mi pene,
la vacuidad de un "te quiero" atrapado en un laberinto de espejos.
Amputación del yo, sin paliativos.
Implantación del tú, a raja tabla.
Ahora me vendrás con milongas, con historias de tango,
que si me quieres, que si me hieres, que si me pierdes, que si me fugas.
Pretenderás que te lo rime todo yo, que le busque las lógicas, las comas.
No te das cuenta que siempre has sido de Benedetti y yo de Girondo,
que yo soy de naranja y tu de violeta.
Que tú eres de caricias y yo más de que me la chupen.
Salto al vacío mi putita naif, Nowhere is waiting.
Salto y despeño. Tobillos fracturados, conciencias rotas.
Porque la distancia insalvable del acantilado,
de las palabras (dichas y no ejecutadas),
de los escombros,
de las borrascas y ventiscas, o viceversa,
de las canciones no equidistantes como "Boiler" y "Hurt".
de dos personas separadas por una longitud exponencialmente proporcional a la fuerza iracunda con la que agitan sus manos diciendo "adios".
Toda ese espacio intermedio es la carrera de galgos que nos separa para siempre.
*Hay que ver lo que jode despertarse a mitad de la noche, con la boca seca y la entrepierna dura.
viernes, 17 de diciembre de 2010
Escribir, sin más.
Escribir no siempre fue fácil. Hubo épocas en que se trataba de una montaña rusa sin pausa ni frenos, con más bajadas que subidas, con menos chicas guapas que suicidas, con restos de vómito, fragmentos de pizza, pollo, cuero cabelludo y viejas que cuelgan boca abajo con cara de rabía pidiendo más... Aunque no lo crean escribir era todo eso, un ejercicio de impotencia, querer detenerlo todo, no poder, como intentar morder un padrastro del dedo gordo que siempre se escapa.
Y ahora todo fluye, las cosas surgen sin buscarlas, aparecen billetes en bolsillos olvidados, fotografías dobladas en cuatro trozos, leyendas sobre personas que alguna vez existieron y otras tantas de humanos que existirán.
Pero yo sigo en mis trece, bueno, en mis veintitres, como la canción de los Jimmy Eat World. Sigo deseoso de lucha contra alguien o algo, que se, me va a acabar derrotando indefectiblemente. Adoro el olor y el dolor de la sangre. Amo el sabor de la tinta cuando lleva algo de sal debido al sudor, cuando paladeo la batalla. Porque puedo escribir mierdas, pero son mis mierdas, mis deliciosas y dulces mierdas.
Y por todo ello, aunque creas que no tiene nada que ver yo sigo prefiriendo los discos de antes. Soy más del Parachutes, no lo puedo remediar. Es como correr sin camiseta mientras llueve por la playa de Bolonia. Si nunca lo has hecho, no sabes de que te hablo, y si no sabes de que te hablo no entiendo porque seguirás leyendo, o sí... en el fondo todos necesitamos rellenar escondites, ¿cierto? y algo más en el fondo, todos somos igual de masoquistas, todos necesitamos creer (aunque sea sólo por una fracción de segundo) que entendemos el dolor, que sabemos de donde viene, por qué y para qué duele.
Odio el sonido del amanecer cuando no es en el campo, pero detesto aún más si cabe el tacto de la leche en las encías cuando es del tiempo. O fría o caliente. Odio tantas cosas que me encanta escribir sobre ellas, minimizarlas, arrugarlas, dividirlas, expandirlas, extrapolarlas, cortarlas, acicalarlas, peinarles el tupé, curar sus cicatrices. Eso es lo que hago al escribir, jugar con mi vida, con la tuya, con la vida del mundo. Hacer de una vez por todas las paces conmigo mismo.
Y ahora todo fluye, las cosas surgen sin buscarlas, aparecen billetes en bolsillos olvidados, fotografías dobladas en cuatro trozos, leyendas sobre personas que alguna vez existieron y otras tantas de humanos que existirán.
Pero yo sigo en mis trece, bueno, en mis veintitres, como la canción de los Jimmy Eat World. Sigo deseoso de lucha contra alguien o algo, que se, me va a acabar derrotando indefectiblemente. Adoro el olor y el dolor de la sangre. Amo el sabor de la tinta cuando lleva algo de sal debido al sudor, cuando paladeo la batalla. Porque puedo escribir mierdas, pero son mis mierdas, mis deliciosas y dulces mierdas.
Y por todo ello, aunque creas que no tiene nada que ver yo sigo prefiriendo los discos de antes. Soy más del Parachutes, no lo puedo remediar. Es como correr sin camiseta mientras llueve por la playa de Bolonia. Si nunca lo has hecho, no sabes de que te hablo, y si no sabes de que te hablo no entiendo porque seguirás leyendo, o sí... en el fondo todos necesitamos rellenar escondites, ¿cierto? y algo más en el fondo, todos somos igual de masoquistas, todos necesitamos creer (aunque sea sólo por una fracción de segundo) que entendemos el dolor, que sabemos de donde viene, por qué y para qué duele.
Odio el sonido del amanecer cuando no es en el campo, pero detesto aún más si cabe el tacto de la leche en las encías cuando es del tiempo. O fría o caliente. Odio tantas cosas que me encanta escribir sobre ellas, minimizarlas, arrugarlas, dividirlas, expandirlas, extrapolarlas, cortarlas, acicalarlas, peinarles el tupé, curar sus cicatrices. Eso es lo que hago al escribir, jugar con mi vida, con la tuya, con la vida del mundo. Hacer de una vez por todas las paces conmigo mismo.
domingo, 12 de diciembre de 2010
Jon
"Jon se ha largado".
Son cuatro palabras que retumban en mi cabeza como una jodida bomba de aguarrás dentro de un contenedor de vidrios. Altiva y puta como una flor de Abril ando descompasada y desafinada. Soy una guitarra tarumba en manos de un orangután borracho.
Marcho a todas partes pero no permanezco en ninguna. Qué triste es darse cuenta de que se tienen los pies erráticos. Qué desolador el aborrecer las ensaladas, el buen vino, el monte lleno de rocío y las lunas del coche llenas de vaho.
Recuerdo a Mar diciéndome que deseaba ser como yo, con ese aire distraído, tan vacía de preocupaciones. Según ella, eso le encanta a los hombres.
Yo odio estar vacía. No poder agarrar. No tener cosas a las que asirme. Sentir huecos, ecos, escondites dentro de una. Yo no quiero ser una puta desdichada nunca más. Quiero que vuelvas, que me enseñes a andar, a rodearte con una manta, a no querer escapar.
Son cuatro palabras que retumban en mi cabeza como una jodida bomba de aguarrás dentro de un contenedor de vidrios. Altiva y puta como una flor de Abril ando descompasada y desafinada. Soy una guitarra tarumba en manos de un orangután borracho.
Marcho a todas partes pero no permanezco en ninguna. Qué triste es darse cuenta de que se tienen los pies erráticos. Qué desolador el aborrecer las ensaladas, el buen vino, el monte lleno de rocío y las lunas del coche llenas de vaho.
Recuerdo a Mar diciéndome que deseaba ser como yo, con ese aire distraído, tan vacía de preocupaciones. Según ella, eso le encanta a los hombres.
Yo odio estar vacía. No poder agarrar. No tener cosas a las que asirme. Sentir huecos, ecos, escondites dentro de una. Yo no quiero ser una puta desdichada nunca más. Quiero que vuelvas, que me enseñes a andar, a rodearte con una manta, a no querer escapar.
lunes, 6 de diciembre de 2010
Alinear, alienar.
Alineemos los planetas. Pongamos en fila la vida, la virtud, los amigos y las copas. Alienemos las ganas de huir, las casas en ruina, las chicas con septums, los vestidos vintage.
Vengo para quedarme, no voy a dejar de escribir borracho y de borrar sobrio.
Sí, lo se. No vale mirar atrás.
Vengo para quedarme, no voy a dejar de escribir borracho y de borrar sobrio.
Sí, lo se. No vale mirar atrás.
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