jueves, 25 de noviembre de 2010

Días Radiohead

No queda nada en la nevera, ni siquiera el ruído del frío. Llueve mucho fuera. Dentro, un poco menos. Niños con acordeones parecen estar escondidos entre los resquicios de las persianas. Qué sonido más triste.

Tus bragas siguen tendidas en la azotea. Ya llevan una semana y he decidido dejarlas colgadas todo el invierno. Me suda la polla que piense el viento. Mi mano derecha ha apostado con la izquierda a que no pasarán del 27 de Diciembre porque dice haber leído que se esperan fuertes temporales este año. No se yo...quiero pensar que resistirán. También quiero pensar que resistiré, pero eso es otra historia.
Lo único que tengo claro es que echo de menos el verano, el olor a pan tostado, tus ensaladas de queso fresco, nueces, miel y albahaca, a ti saliendo de las sábanas como un volcán marrón, y tus dentelladas como géiseres de saliva.

Suena "Let Down". Lo ha hecho durante 187 mañanas de manera ininterrumpida, ni una más, ni una menos.
Hoy no suena nada. Hay un hueco sin eco. Hay un brasero apagado, una cacerola con restos de macarrones y Archipiélago Gulag abierto por su página 333. Curioso.

En todo este tiempo hemos follado como locos, como piezas de un puzzle, y a la misma vez nos hemos hecho tanto daño... Es algo idiota pensar que las canciones pueden arreglar todo esta mierda. Es ingénuo e irresponsable dejarlo todo en sus manos, lo sé.

Qué cojones va a poder hacer el sonido que no hayan hecho ya mis manos, mi vientre y mi boca.

Pero aún así esto son medidas desesperadas. Las últimas balas. El clavo ardiendo al que aferrarse si tenemos un tumor de hígado, o un trozo vacío en la cama.
No creo que pueda pasar nada, no creo que se pueda arreglar nada, pero por si acaso, mientras hoy llueve, no pararé de tararear Radiohead a la espera de que el invierno pase, las bragas acaben en el mar o me traigas unas nuevas diciendo que irte no fue una opción sino un desacertado remedio.

jueves, 18 de noviembre de 2010

No podemos controlar las espirales

Te posicionas en la fácil decisión de decidir. Me tachas de solemne y místico al mismo tiempo. La postura maniqueista del cobarde, lo llamas. Pero si te paras a pensarlo fríamente, todo este tiempo has estado haciendo como en la cocina, reducciones del vino aplicadas a las arterias del sexo.

Yo, que corté todo por las rodillas hace tiempo, que no dejé las venas crecer ni llenarse de moho temiendo egoistamente que todo esto podía ocasionarnos mudanzas, no contesto, miro a las colinas llenas de colillas y restos de picnic y a los retales de cielo colmados de humo de incendios, combustiones varias y transmutaciones. Todo es usura aquí, falsas aspiraciones y esmegma.

Lo peor de todo es que crees de buena gana y a ciencia cierta que siempre voy a decir que sí y que los escombros de mis dedos te pertenecen, y que bla bla bla...

Los escombros de mis dedos; los mismos que escriben como una canción de Úrsula, como un momento Khonnor, como un adios asustadizo pero sobrio, sin agitar la mano...

sábado, 13 de noviembre de 2010

Resacas

Todo se nubla.
Pantanos de palabras y nieve.
Ciénagas.
Me cago en los muertos de Fante, Bukowski, Carver y compañía. Me cago en los bolígrafos y en los relojes, en los restos de lluvia que no tienen la suficiente cantidad de agua como para llamarse charcos. Me cago en las botellas de cerveza semivacías y calientes, en la aurora asomando, en el rocío mañanero.
Defeco vulgar, despótica y vilmente sobre la clase política, los presupuestos generales del estado, los tipos encorbatados y no me pregunten por qué, en las administraciones locales.

Volver a casa acompañado de tus pasos aumentados, de tu flequillo roto, de tu cartera, de tu hiel y de los restos de vómito y de humo. Creerte un realista sucio, un tipo de la generación beat que escribe bajo puentes y en fríos soportales.

Creerte eterno.

Pureza y hastío en cantidades proporcionales.

Un "cómeme la polla".

Escribo sin guiones, sin pautas y sin ritmo. Es una libertad engañosa pues siempre acabo encadenado. Como andar con zancos, sí, justamente eso.

Ahora voy a irme, lo he decidido. Voy a ducharme, voy a hacerme el cuerdo, el sobrio, el amante y el tierno. Quiero ver vuestra cara extraña desde fuera, vuestros coches, vuestra cesta de la compra y vuestros miedos. Quiero pasar desapercibido en una guerra de máscaras.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Partidas

Un viejo muy viejo (creo que de ascendencia polaca, aunque es más bien una intuición y en el ajedrez las intuiciones poco valen), de esos que provocan arrugas en los ojos con tan sólo mirarlos, jugaba al ajedrez en Central Park un día de primavera con el dolar y el yen a distancias insalvablemente oceánicas, contra un negro muy negro (que a priori vuelvo a intuir, situándolo en Senegal o Nigeria, cuando finalmente deduzco por su castellano que es caribeño, o sudamericano), de esos que te hacen sonar y sudar blues, menear las caderas, o coger un rifle o una trompeta tras asomarte levemente al marrón sebáceo de sus ojos.

El viejo murmura "All the pretty people die" y el negro responde "La ira es un batido de odio mál colado". La partida comienza. El viejo ¿polaco? abre con blancas y el negro que obviamente lleva las negras, piensa dos veces por miedo a no pensar demasiado. El devenir de la partida es realmente interesante. No es un juego, es una vida. Son frases, son escarcha, son trenes perdidos y puertos encontrados.

No se si usar "notación algebráica" o "notación descriptiva":
1.d4 d5 2.c4 c6 3.Cf3 Cf6 4.Cc3 dxc4 5.a4 Af5 6.e3 e6 7.Axc4 Ab4 8.0–0 Cbd7 9.De2 Ag6 10.e4 0–0 11.Ad3 Ah5 12.e5 Cd5 13.Cxd5 cxd5 14.De3 Te8 15.Ce1 Ag6 16.Axg6 hxg6 17.Cd3 Db6 18.Cxb4 Dxb4 19.b3 Tac8 20.Aa3 Dc3 21.Tac1 Dxe3 22.fxe3 f6 23.Ad6 g5 24.h3 Rf7 25.Rf2 Rg6 26.Re2 fxe5 27.dxe5 b6 28.b4 Tc4 29.Txc4 dxc4 30.Tc1 Tc8 31.g4 a5 32.b5 c3 33.Tc2 Rf7 34.Rd3 Cc5+ 35.Axc5 Txc5 36.Txc3 Txc3+ 37.Rxc3+ ½–½

Ya ven, gana el viejo una vez más, pero el negro no llora, sonríe; está más que acostumbrado a perder ganando cosas a cambio. Cosas que no son frigoríficos, ni avestruces ni coleccionables de aviones de la segunda guerra mundial. Más bien hablo de intangibles como lecciones, sabiduría y cuadernos llenos de mierda que has de saber que existe pero que es mejor no pisar.

Se dan la mano. Es tremendamente bueno eso de perder ganando y no ganar perdiendo.

Tras la partida voy a New Jersey a ver a mi primo Kilian, un tipo absurdo como una dentadura en un vaso de güisqui. Apenas habla inglés y tiene un chucho entrañable llamado Ibérico. Siempre rie aunque no tiene trabajo y vive en casa de una islandesa a la que folla, según dice, a tumba abierta sólo para seguir viviendo mantenido a su costa. No se que cojones hace Kilian con una islandesa si el odia todo lo relacionado con los volcanes y con el bacalao...
Kilian es un tipo del que se pueden aprender miles de cosas que no debes hacer. O quizás debas hacerlas para ignorar a los dos tipos de la partida, al polaco y al caribeño. Quizás debas obviar que todo eso existe. El bien y el mal, me refiero. Sonreir por norma sin preocuparte del cancer testicular ni las emisiones de C02. Sí, mi primo Kilian es un nuevo sabio...No llora, no padece. Como un puto condenado a muerte devorando toda la literatura del mundo sabiendo que no hay stock de sogas disponible que lo lleven a un cuello partido.

Siento envidia mientras miro a mi primo lanzarle el frisbee a Ibérico. Estoy jodido y lleno de nieve, y eso que ya ha llegado la primavera a New York.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Andar, reír, beber cerveza bien fría, glaciar, intentar reproducirte o follar, y también las dos cosas al mismo tiempo

Escuchar la poesía de Jaime Gil de Biedma en la voz de Miguel Poveda mientras deambulas por Granada, esconderte tras las gafas, ver la gente sonreír, contagiarte aunque escuches cosas tristes, esquivar las mierdas de perro haciendo acrobacias de puntillas, enamorarte de una sudadera, de unos largos dedos, de unas medias y de un chicle pegado en una pared con forma de gorrión.

Pienso en la muerte y sonrío.

Altibajos. Dilataciones. Bolas de arroz con atún y cebolla. Sushi para dos, fideos de soja y fotos de "Converse All Star" vistas desde arriba. Perros sueltos, guitarras desafinadas, cuadros en el piso y cáscaras de pipas.

¡Joder!, una BMX naranja y ¡cáspita! un tatuaje Old School en el cuello, es la cara del mísmisimo Proust. Menudo bigote, vaya corazón, tremendo cerebro.

Pienso en la muerte y se me derrama el helado. Ya no tengo ganas de reír demasiado.

Como dice Jaime...

No volveré a ser joven

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

"Poemas póstumos" 1968

martes, 2 de noviembre de 2010

La salvación de las letras

All the girls standing in the line for the bathroom.

Movimientos convulsos y treinta y tres vasos rotos sobre la pista de baile. La putrefacción del sonido. Un tio amaga con tirarse desde las escaleras del servicio. Sus amigos ríen, saben que le faltan cojones hasta para vivir decentemente.

La gente mira diferente a las cinco de la mañana. La gente te pide cosas raras a las seis, te odia a las siete.

En esta parte del mundo sólo quieren un taxi, un coño que no pregunte bobadas sobre el amor y el destino y que te ponga una enorme tostada de mantequilla.

Denme un pasaje a Islandia y una cura de sangre.

Un panadero sale a la trastienda a fumarse un cigarro.

Los taxistas se quejan de que el sol tarda demasiado en ponerse y que mucha gente paga con desgana.

Un tipo con cara de sueño me da un periódico gratuito. Lo abro al azar y leo: Una chica de diez años da a luz.

Se me derraman las hojas. Vomito encima. Es una agonía placentera, como arrancarte un dolor a mordiscos. Los ojos llorosos me impiden ver más allás del suelo y de los restos medio digeridos de salchichas y pudding de manzana. Huele a ron y a anestesia, a alivio y a olvido.

No se por qué me vuelvo a fijar de nuevo en el periódico...

Ahora sonrío. "El mejor Philip Roth ha vuelto".